Local con terraza en pleno puerto deportivo abierto hace un año y medio.

Local con terraza en pleno puerto deportivo abierto hace un año y medio. Llegamos por el carril bici desde Barcelona (os lo recomiendo) y nos sentamos a comer bastante tarde en la terrazita, donde vimos atardecer. El servicio del vino no es su fuerte, aunque la carta no está nada mal. Ambiente bastante informal, cocina vista, confortable y acogedor interior. Lo realmente destacable son los platos que nos sirvieron: pastís de patata amb sobrassada, carpaccio de vedella amb virutes de parmesà, solomillo de cerdo con salsa de soja y unas excelentes trufas artesanas que compartimos de postre. Todo nos salió por 51€, incluyendo dos botellas de vichy y una copa de Bajoz.

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