El aspecto exterior no invita a entrar, pero superada esta primera

El aspecto exterior no invita a entrar, pero superada esta primera impresión, el interior es un viejo molino, muy acogedor, con una decoración que alterna cuadros antiguos, cántaros, decantadores, y tiene su encanto. Música italiana clásica y arias de ópera amenizaron la comida. El resto de comensales eran familiares o conocidos de la casa. Carta suficiente, con platos de temporada, de marcado, caza; nos sirvieron como aperitivo una excelente crema de verduras con caviar, para seguir con un saltado de setas variadas, una sopa de ajo con huevo, rabo de toro y carrillera, todo ello muy bien tratado, muy sabroso. Postres caseros excelentes también. Café con un pequeño acompañamiento. Pan redondo, de "payés", muy bueno. Carta de vinos correcta, casi todos vinos conocidos, excepto el de la casa, que era un Rioja "Marqués de la Dehesa", que estuvo a buen nivel. Fallan las copas. Trato muy familiar y a la vez muy profesional. Un lugar verdaderamente curioso, agradablemente sorprendente.

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