Sin duda el mejor restaurante que visité en Cartagena. Ambiente colonial muy conseguido y hasta lujoso. Buena manteleria y buenas copas si las pides. Se come francamente bien, destacando un mero sobre risotto de arroz con coco y unos postres mas que aceptables. La carta de vinos corta pero con referencias argentinas y chilenas, incluso algunas españolas, aunque poco acertadas. Botellas calentes pero no ponen pegas para enfriarlas. Curiosamente el precio del vino bastante elevado. Con todo unos 20 euros por comensal, todo un "chollo" para nosotros.
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