Sigue siendo un clásico

Un seguro. De entrantes setas rebozadas, jugosas, en su punto, y la ya mítica longaniza de Avilés, imposible conseguir que quede igual en casa, tremenda. Como plato principal, un enorme besugo a compartir, para mi gusto pelín demasiado hecho, para mi acompañante, perfecto. De remate, ese arroz con leche como a mí me gusta, con grano visible que se deshace en la boca. Pena de tener que conducir poco después y no disfrutar esa increíble carta de vinos. Imprescindible en Avilés.

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