Ya abierto desde hace años, este restaurante sigue despistando a los que creemos y valoramos la cocina de Sergi Arola y a los que sin conocerla, buscamos un buen restaurante adecuado al contexto del MNCARS. El restaurante de Arola, instalado en el nuevo edificio de Jean Nouvel sigue sin encontrar su línea de identidad, y lo que es más importante, de calidad.
El problema de este restaurante es siempre el entorno: un servicio deficitario, un cuidado de los detalles inexistente, una convivencia imposible con la cafetería del museo, un desliz en la cubertería y mantelería, etc.
La comida mantiene unos niveles aceptables, al menos durante la visita que yo hice, aunque deberían ser insuficientes para los canones "Arola". Destacó la elaboración y presentación del postre (semifrío de queso y vainilla con coulis de frutos rojos y sorbete de mandarina). Buen café.
Ahora bien, el servicio de vino tiene mención a parte: malo o muy malo. No se me presentó carta de vinos alguna y cuando pedí elegír algún vino "por copa" se me aconsejaron dos "denominaciones de origen" sin poder especificarme qué variedades eran, como si la procedencia fuera para mi garantía suficiente.
Lástima que lo que podría ser una acertada opción se convierta en una inaceptable desilusión.