Arola y el arte moderno no casan bien...

Ubicado en el nuevo pabellón del Museo Reina Sofía, la estructura acristalada alberga un singular restaurante de decoración futurista sobre el que pesa una grave falta de calor humano: iluminación deficiente, decoración espacial y falta de un trato personal por parte del servicio que se dedica a preguntar, irse traer y llevar. Pocos elementos hacen que te puedas sentir cómodo.
Cocina moderna con juego de formas y colores en el plato pero demasiado evidente y predecible. Platos combinados de nueva generación estilo VIPS, carne o pescado con una ensalada y una crema. La mejor opción son los arroces, algo más trabajados aunque en raciones minúsculas.
Bodega escueta y copas correctas. Servicio del vino inexistente.

Sinceramente, o yo no he entendido el restaurante o esto no es lo que me esperaba de un gran cocinero.

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