Bar Mut

En esta esquina de Diagonal y Pau Claris parecen no haber pasado los últimos 60 o 70 años gracias a la luz de sus lámparas, el destello de las botellas de vino y la atmósfera bohemia que emana de este bonito bar de tapas barcelonés. Su ambientación nos transporta a otras épocas de esplendor, de ciudades bulliciosas, tertulias de barra y bocados nocturnos regados con alcohol. Por desgracia a veces no es oro todo lo que reluce, tal y como comprobamos a continuación.

Aun teniendo un local de ubicación privilegiada y dotado de un interior con clase y solera, la disposición de los barriles y barritas crea un “tetris” espacial un tanto incómodo. El numeroso servicio fue bastante ineficiente para no estar el bar completo, tanto como apremiante, por estar a punto de cerrar cocina. Además tenemos que señalar que, aun teniendo reserva en la terraza, se aprovecharon de un ingenuo despiste nuestro para hacernos creer que no tenían todavía mesa disponible fuera y colocarnos dentro. A continuación despejaron una mesa fuera y sentaron a un grupo de ingleses. Mal empezamos.

En cuanto a su carta, ofrece cocina de mercado en platillos bastante suculentos. No han inventado nada nuevo, pero hay que otorgarles el don del buen hacer en esto. También hay que aplaudir la presentación, siempre cuidada y apetecible.

La cosa, no obstante, comenzó culinariamente bastante bien gracias al Carpaccio de huevos estrellados. Esta es sin lugar a dudas la joya de la corona, una simbiosis sorprendente y perfecta en jugosidad, textura y sabor. Delicioso.

El Mar y montaña , de pollo con langostinos y huevas, es un plato que entra muy bien por los ojos pero no acaba de convencer al paladar. En esta suerte de burritos en los que el pollo hace las funciones de tortilla, sobra el ingenio en su disposición pero se echa en falta un plus de intensidad gustativa.

El Txangurro de nécora, excelente, fue a nuestro pesar el paradigma del abismo recurrente que hay en Bar Mut entre cantidades y precio. Por muy buenas que estén las raciones, su tamaño es insuficiente para un apetito medianamente voraz. Más aun cuando, como es el caso, estamos hablando de un micro txangurrito a 15 euros que se consume en dos cucharadas. Viene con un topping de caviar, sí, pero ni por esas nos sale a cuenta.

Por último tomamos un Coulant con helado y frutas del bosque muy bueno pero, una vez más, caro.

La conclusión es clara: éste es un sitio de moda y se les ha subido a la cabeza. Para lo que se ofrece, de gran calidad pero cantidades escasas, no se pueden poner semejantes precios. Lo del vino por copas ya clama al cielo: 7,95 euros por un vino corriente. A ver si ajustan ese desfase, que no creemos. Tampoco les hace falta, ya que en esta ciudad siempre habrá suficientes esnobs, turistas despistados y gourmets de billetera floja dispuestos a pagar precios disparatados. Una lástima.

http://gourmetsterribles.com/

  1. #1

    Bernie

    En el Mut, solo tratan bien a sus amigos...

    Precios excesivos, trato desagradable, raciones escasas, como se le llama a eso ?

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