El entorno es precioso y el tamaño y la disposición de las mesas hace la

El entorno es precioso y el tamaño y la disposición de las mesas hace la visita verdaderamente grata. El servicio no sabe distinguir las situaciones y se obstina en explicarte la naturaleza de los múltiples aperitivos y acompañantes presentados, aunque los comensales se hallen enzarzados en una conversación, por supuesto privada y del máximo interés. La cocina dista mucho de estar a la altura de lo esperado y la cita de Ferrán Adriá que figura en la carta constituye el recuerdo gastronómico más interesante. Los fardos de calamares, totalmente insípidos, a pesar de la salsa de ceps, repartida a diestro y siniestro por la carta; el lenguado, duro y frío, las cigalas, sólo comestibles. El precio está a la altura del entorno.

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