Clásico italiano. El maitre sudamericano es encantador.
La comida no está mal. a mí me gustan casi todos sus pescados.
La carne mejorable en cuando a materias primas.
La pasta, mi pareja se muere por la lasaña de verduras.
el vino simplemente correcto. no hay un trato adecuado al mismo.
el local, demasiado ruidoso si se llena.
la RCP , regular. un pelín caro para lo que ofrecen.
Tal vez hacía demasiado tiempo de mi última visita a este restaurante. Pero mi hija, que nos había oído hablar de SAMBUCO con nostalgia, hizo que volviéramos a este restaurante. La cena no estuvo mal. La ensalada (especialidad de la casa) en exceso aceitosa. Las pizzas realmente buenas, la pasta muy crujiente. Sorprendente el café, un diez. La música de fondo un once.
Buenos entrantes (cardos con almejas y pimientos rellenos de mousse de morcilla). Entre los platos especiales pedimos raviolone con foie y con torta del casar, así como pasta con mollejas de pato. En general bien resuelto, pero con una tendencia a sobrecargar de salsas todos los platos (los raviolone de foie estaban especialmente aceitosos).
Copas mediocres, no pude ver la carta de vinos. No hay servicio del vino, aunque la atención es amable en todo momento. Tomamos Hoya de Cadenas, bueno y a temperatura adecuada.
Lo peor, sin duda, el impresionante ruido que hace imposible cualquier conversación cuando el local está lleno. El acopio de mesas imposibilita el paso y agobia bastante.
Poco que añadir al comentario anterior. Restaurante de ambiente informal, ideal para grupos numerosos (siempre lleno por estas fechas).
Cocina sin demasidas complicaciones y con el acabado de algunos platos irregular. Destacar el queso de cabra al horno con confitura de tomate, y los platos de pasta. Postres claramente mejorables
Carta de vinos normalita con algunas referencias interesantes y copas correctas, servicio inexistente.
Los camareros son simpaticos y la atencion rápida y atenta.
Clásico restaurante italiano de la zona de Cánovas, abierto en 1980. Dos comedores, el situado a la izquierda de la entrada muy ruidoso. Mesas bastante juntas, mantelería y coperío correctos. No puedo comentar la carta de vinos. Raciones generosas.Como entrada pedimos queso de cabra al horno con confitura de tomate, y de segundos, spaghetti con futos del mar en su tinta de calamar, y pasta (batiburrillo: fettucini, ravioli, etc...) con funghi porcini y mollejas de pato. La comida ni decepciona ni entusiasma, aunque no aconsejo pedir más entrantes poque acabamos llenos. Carta larga: recomendaciones, especialidades, pastas, pizzas, pescados y carnes. A pesar del lleno, la atención fue rápida y correcta. Sobre 22 euros p/p sin vino ni postre.