Restaurante bien ubicado en el centro de Soria,con una decoracion por lo menos singular,correcto servicio y comida, aunque las raciones son un poco justas,a destacar la caldereta de cordero y el pecho podrido y con muchas deficiencias,las mesas demasiado juntas,silencio monacal,carta de vinos ridicula y anclada en los clasicos de rioja que eran decantados sistematicamente en copas inadecuadas y como seis referenciasde ribera de las mas normales y un solitario Martinet bru,opte por el vino de la casa un ribera joven con barrica embotellado para el restaurante a 16 euros,sin comentarios.Un restaurante teoricamente de los importantes de la capital deberia mostrar mas interes por estos aspectos,eso si estaba lleno y la mayoria con el Ardanza en la mesa,con esas ambiciones no volvere.

Situado en la plaza mayor, el ambiente resulta gélido e incómodo por el silencio que te lleva a hablar en cuchicheos, oyendo cualquier crujido de la mesa. Confunden el ambiente tranquilo con un velatorio. Se nota buena mano en la preparación de los platos, aunque tiran en exceso del microondas, y con ese silencio sepulcral no se puede evitar oir la campanilla (.... tincccc ....la una!!!) La carta de vinos se reduce a 5 ó 6 referencias poco adecuadas a la zona, mejor pedimos un agua. Tampoco es barato, con lo cual deduzco que cualquier opción más popular de Soria será mejor.

Fuimos a este restaurante ya que venía recomendado como típico en las guías Michelin y Campsa. La verdad es que la comida fue digna, pero sólo destacaríamos el pecho de cordero podrido (realmente bueno y bien logrado). El precio que incluía 3 platos para picar, 4 segundos, 2 postres y 4 cervezas resultó muy elevado, sobre todo si establecemos la relación calidad-precio: 4 personas 112.€.