Lo mejor sin duda es su situación, en el precioso paseo de la Alameda, con terrazas que son una auténtica gozada en verano (y sobre todo un poco antes y un poco después). Dentro la cosa ya cambia algo... ruido y poco espacio. La comida está bien sin más, el servicio cumple, en definitiva un agadable sitio para cenar, sin estridencias, y en mitad el Paseo. Esto es muy de tener en cuenta para los niños!
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