Elegí este restaurante para invitar a unos amigos que visitaban Cáceres

Elegí este restaurante para invitar a unos amigos que visitaban Cáceres por su situación y por las buenas críticas que algunas guías le otorgan. El resultado no pudo ser más decepcionante. El marco es incomparable: el patio interior del Palacio de los Sande, en el magnífico casco antiguo de la ciudad. Pero hasta aquí llegan las virtudes del lugar. La comida es simplemente pasable, vulgar. Los entrantes de quesos extremeños a la parrilla y la galleta crujiente de pimentón con espuma de bacalao eran mediocres. Las carnes correosas, fuera de punto y "camufladas" en salsas trasnochadas. Los postres, nuevamente, carentes de gracia. Todo ello, sin embargo, resultó aceptable hasta el momento en que nos trajeron el vino (por cierto, servido en copas que podráin hacer las veces de jarrones por el grosor de su cristal)a temperatura ambiente (Cáceres, Agosto) y a petición nuestra enfriado en cubitera y abandonado más tarde hasta su posible congelación. Por último el servicio que, una vez más, no está a la altura. Decepcionante y sobrevalorado por las guías.

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