Como so nombre indica no es un restaurante, pero es un lugar imprescindible en Jaca y, casi me atrevería a decir, en todo el Pirineo. Local muy pequeño y con pocas mesas dentro y fuera. Lo difícil es encontrar sitio. Si quieres estar sentado hay que pedir turno directamente al camarero y vas a la lista, lo que evita conflictos entre clientes. Es ideal para temporada baja, porque en julio y agosto es un poco agobiante. Por contra el ambiente es excelente, ayudado por la simpatía del dueño, siempre sirviendo tras de la barra. Se come a base de tapas y tablas. Las primeras excelentes en su elaboración y originalidad, las segundas de muy buena calidad. La carta de vinos es corta, con predominio absoluto de Rioja y Somontano,pero por contra a precios muy buenos. Copas correctas. Si quieres tranqulidad no vayas, pero si buscas calidad, simpatía y todo a un precio ajustado es un sitio fenomenal.
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