Me gustaba más cuando sólo ponían tapas. La cocina no es nada del otro mundo, la carta de vinos está ,uy bien presentada, e incluso hace referencia a un sumiller, que debe de ser virtual, porque los camareros desconocen lo que es eso. Servicio definiciente y poco profesional, y el precio exagerado, casi 300 euros para cuatro personas, con una sola botella de vino, de marca archiconocida. Muy pretencioso.
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