Una pena, no recomendable
El local es bonito, han reformado la entrada y el interior tiene años, pero es cómodo y con cierta elegancia años 80. En nuestro salón había varias mesas y dos enormes con un aniversario de bodas con los consiguientes gritos de que se besen. El servicio de mesón barato, la apariencia del local sugiere algo mejor. Optamos por el menú de otoño con las estas como protagonistas de todos los platos, probablemente este fue el error. Primero una seta a la brasa, carbonizada, y una croqueta de perdiz refrita (éramos dos y una se había vaciado al romperse el rebozado). Luego una ensalada tibia de setas variadas, de nuevo con algo de tierra y dos gambas correctas. El peor plato, lechuga caliente y setas en conserva. Crema de calabaza y de colmenillas, creo recordar coo un huevo pochado. Este plato si estaba bien, quizá el mejor, un plato sencillo bien ejecutado, Arroz con boletus, correcto. Bien de punto. Jabalí, en filetes, con salsa. Estaba bien preparada la carne, pero algo seca quizá por falta de maceración o ser un jabalí más entrado en años de lo deseable. Nada especial, pese a que otros comentarios elogian su tratamiento de la caza. De postre un strudel que también incluía setas. Aquí opiniones encontradas, a mi me ha gustado, a mi pareja de mesa no. El servicio del vino nulo. Tenían una carta correcta con precios muy subidos, como estábamos en ruta, pedimos una botella de Raimat de medio litro que abren y dejan sobre la mesa sin ofrecerla ni mostrarla antes de descorchar. Nos dejan las copas que había en la mesa, tipo balón de vidrio muy grueso. Hubo qué pedir que las cambiarán por unas más correctas que había en otras mesas. La camarera se lo comento al jefe de sala que se giró y todo para ver quien había pedido el cambio de copas, como si fuera algo extraordinario. La Próxima vez en Morella probaremos otro. Una pena habernos equivocado. En total ha costado 55 euros dos personas.