Cocina tradicional morellana

Restaurante con varios salones, decoración de estilo rústico. La distribución de las mesas demasiado optimizada. Sillas cómodas.

Ofrecen varios menús y una amplia carta, con elaboraciones de corte tradicional y especial enfásis a los platos típicos de la zona. La vajilla cuidada, así como la cubertería. El servicio es dispuesto y atento, pero no profesional.

La carta de vinos está organizada por tipos y D.O.’s es amplia y diversa y con un sobrecargo aceptable. Las copas buenas. El vino descansa en armarios climatizadores y se sirve a temperatura correcta, pero su servico es inexistente, falto poco para que me abriese yo mismo la botella, hasta seis intentos para abrirla, deberían cuidar un poco más la formación del servicio (que seguramente sería eventual con ocasión de las vacaciones de semana santa), tampoco supieron aconsejarnos respecto de los vinos de la zona, así es que finalmente elegimos “a ciegas”.

Nuestra experiencia fue al mediodia, compartimos una especie de fiambre de conejo, unos fideos fritos con ajetes y foie, luego una sopa morellana de “bunyolets” y como principales caldereta de cordero y chuletas de cordero a la brasa. En los postres una buena cuajada y requeson con miel. Para beber un interesante vino de la zona (de Vilafamés) “Magnanimus”. Todo ello por 55.95 euros los dos.

Una bien elaborada cocina tradicional morellana. El lleno era total y eso que hacen turnos, a la una y media el primero y a las tres el segundo. Una lástima la fata de profesionalidad del servicio.

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