Mi amigo Dani, no me llevo, tuve que ir por mi cuenta y riesgo para disfrutar como hacía tiempo de un lugar encantador, eso sí, me lleve un amigo.
Es que cuando entras, ya te das cuenta que aquello te va a gustar, hay amabilidad, buen trato, de manera que te tienen ganado a la primera, después el local tiene esa atmosfera relajada que solo tienen los lugares con cierta historia, allí se cumple, la disposición de mesas, los detalles de decoración, la luz, sus lámparas, todo tiene sentido.
Pero cuando va ganando confianza es cuando te recitan lo que te pueden ofrecer además de la carta y encima de dejan una estupendísima carta de vinos que obviamente valoras por su adecuada composición, por cierto tomamos un Ferrer Bobet que me supo a gloria y como no estábamos muy bebedores, pues bolsita que nos ofrecieron y a casa con el resto del buenísimo caldo.
La comida es un deleite, desde ese tomate tan finamente cortado y rematado con ventresca, unas alcachofas impresionantemente elaboradas, las croquetas de bacalao, como mi madre solía hacer, ese arroz meloso reducido con galeras, en fin, un maravilloso flan de calabaza, lo que decía al principio, una pasada.
Enhorabuena por ser tan honrados con lo que hacéis.
Saludos, volveré