Una pena, francamente caro para un servicio regular, una comida solamente pasable. Las peras al vino las he tenido que dejar. Ningún detalle ni atención. Una pena.

Si lo pudiera definir con una palabra, esta sería: CLÁSICO. Aquí no hay experimentos ni en la cocina, ni en el local, ni en el servicio. En la entrada una pequeña barra para tomar el aperitivo, casi siempre llena de gente, sirve de preludio para lo que te vas a encontrar, ya que por ella "corren" torreznos, migas, jamones...etc. A la mesa y de primero, muy buena la sopa castellana. De segundo: pierna de cordero al horno. Muy tierna y lechosa. El punto perfecto. El vino, quizás no es tratado con todo el cariño que se merece, ya que en las dos ocasiones que he estado siempre lo he encontrado algo "caliente", pero el resultado final de todo es satisfactorio. El local es agradable aunque se echa de menos algo de luz natural.

Ubicado en la plaza mayor, y por lo tanto en el mismo centro histórico de Soria, nos encontramos con un local estandarte de la cocina castellana sin más. Su carta nos presenta migas, torreznos, menestras, chuletas y torrijas entre otros platos. En sus dos salones podemos ver alguna foto que otra, de varios de los afamados clientes que han comido allí. De vuelta de nuestras vacaciones de semana santa probamos la menestra, las alcachofas con jamón, unas ricas chuletitas de cordero y un mejor solomillo a la brasa. La carta de vinos fiel a la comarca, nos presenta sus riberas y también los más conocidos riojas, poco espacio por tanto para otros vinos más alejados de los clásicos. Como mejora a destacar su servicio: algún descuido con el vino y una mesa sin recoger en el comedor, en un lunes laborable en Soria y con pocos clientes comiendo en él. El clasicismo de sus platos, y el entorno en el que se encuentra (hermosa plaza mayor, calles empedradas y antiguas fachadas), te remonta a tiempos pretéritos.

Comida típica castellana: asados, lomo, costilla y chorizo de la olla y unos de los mejores torreznos de Soria.

El comedor acogedor, mesa amplia y vajilla correcta en cambio la cristaleria deficiente.
La carta de vinos solo Ribera y Rioja, algo confusa pero con unos precios modicos, pedimos un Mauro 2002 (25 €). No me lo sirvieron en la mesa y no me trajeron el corcho, tuve que pedir que me lo enfriaran.
Comimos una Migas excelentes, una ensalada de bacalao correcta, un solomillo a la brasa expectacular y unas chuletillas de cordero normalitas. De postre tomamos una tarta costrada muy buena.
El servicio correcto.
Conclusión: Un lugar donde se come bien, buena materia prima sin mas pretensiones