Cocina de autor a precio algo elevado

Cocina imaginativa, intensa, con toques de fusión y sin estridencias. El ambiente si bien no es de lujo, me pareció correcto icluso la música de fondo. Han colocado en la pared una bonita tela de rafia por el tema de las humedades.
César Rodríguez, muy cercano, nos hizo estar cómodos aunque estuviera sólo en sala. Su mujer, Cristina ha abierto un nuevo proyecto de tapas y platos de cuchara, en la Plaza de Cataluña.
Tomamos el menú medio (60 + iva), que César nos dejó personalizar. Así excelentes las verdinas con berberechos, el tartar de atún rojo sobre salmorejo y el ravioli de gallina en pepitoria, muy buenos el gambón austral con velo de tocino y couscous, la merluza y el cordero asado. Algo más insípida la langosta. Bastante flojo el postre de flor de hibiscus en almíbar con helado de fruta de la pasión.
Café pasable y panes caseros muy ricos.
En cuanto al vino, buen asesoramiento, servicio y copas correcto. La carta es breve pero con referencias elegidas con cuidado y a la última. No tiene algunos vinos que aparecen en la carta y tienen algunos fuera de ella. Tomamos Ándalus Petit verdot (Málaga), un vino del príncipe Alfonso de Hohenlohe que nos gustó mucho (33 + iva). Para el postre 2 Fondillón GR1980 (6 + iva cada uno).
Salimos a 93 euros/persona, por ello aunque nos gustó mucho y creo que es un sitio recomendable, la relación calidad-precio baja un poco la media. Los precios son sin IVA. Creo que podrían ajustar más el precio final según el escaso coste de servicio y el entorno.

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