Restaurante con ambiente rural en un encantador pueblecito de la Vall de

Restaurante con ambiente rural en un encantador pueblecito de la Vall de La Gallinera. El local, impecablemente limpio, es pequeño y algo ruidoso (suele estar lleno, sobre todo a mediodía).
Cocina tradicional, sencilla y aligerada a cargo de su cocinera, jefa de cocina y a veces camarera Joana Bataller.
Ofrece menús fijos de temporada con 4 entrantes y plato principal a elegir, al módico precio de 18€. Todo lo que comimos me gustó: la crema de bacalao con queso, las albóndigas, las ensaladas, la carrilera de cerdo, el bacalao con salsa de pimientos, el surtido de postres caseros...
Correcta carta de vinos, aunque la propia carta poco presentable, con rectificaciones hechas a boli.
Cristalería y cubertería mejorables, incluso a veces diferente para cada comensal.
Servicio éxcesivamente rápido, no hay prácticamente pausa entre plato y plato
Servicio del vino prácticamente inexistente (aunque todo esto perdonable teniendo en cuenta lo que pagas al final)
Excelente relacion calidad-cantidad-precio.
Interesante también la casa rural adyacente concertada con el restaurante.
Muy buena opción para los fines de semana, siempre con reserva previa

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