Hacía muchos años que no había comido en “Can Barris”, recuerdo su gran comedor siempre lleno, un restaurante casero regentado por la familia donde su cocina estaba basada en la cocina catalana clásica con productos de proximidad, carnes a la brasa y algún que otro guiso.
Actualmente al frente del restaurante está Sergi Roca desconozco si es familia de los antiguos gestores, Sergi fue nominado Cuiner Jove del Forum Gastronómic de Girona del año 2017 es socio de Kewin Meisse en el restaurante Equilibri de la población de Navata (Girona) donde ofrecen dos tipos de menús conformados por tapas, personalmente en las tres ocasiones que he estado en Equilibri no he salido satisfecho y con una factura final desproporcionada, actualmente están a la búsqueda de un local en Olot para trasladar a esta ciudad este restaurante. Los dos cocineros han pasado por reconocidas cocinas tales como Via Veneto , El Celler de Can Roca, Ca l’Enric entre otros de Francia y Reino Unido.
Pero vamos a lo que nos ocupa, Can Barris,. Actualmente para el servicio de comidas se ha habilitado una pequeña sala que posiblemente era la sala de estar de la fonda puesto que hay una gran chimenea y con no más de 10 mesas, carta corta y sin complicaciones.
Pedimos una ensalada con queso de cabra y miel, una ensalada con una cuantas hojas de mezclum, unas avellanas enteras y una nuez coronadas por una rodaja de queso de cabra caliente, ni una triste vinagreta para darle un poco de vida, el camarero trajo un botellín de aceite y uno vinagre y salero para aliñar esta pobre ensalada y foie “au torchon” acompañado de mermelada de no recuerdo que y unas cuantas finas rebanadas de pan tostado.
Seguimos con costilla de cerdo Duroc cocinado a baja temperatura y acabado con un toque de brasa y cabrito salteado con ajo y perejil, ambos platos con guarnición de patatas fritas caseras.
No tomamos postre dado lo poco atractivo de la carta.
Acompañamos la comida con cava Berta Bouzy de Caves Montferrant el servicio se limitó a descorche y primer servicio, finalizamos con dos cafés.
Buen entorno con facilidad de aparcamiento y espacios con hierba para que los niños puedan corretear sin peligro.
Uno de los restaurantes clásicos de la zona que para mí ha ido a menos y al que seguramente no volveré