Local sobrio que recrea las antiguas casas japonesas. Sin mantelería aunque con moqueta, sillas y mesas mediocres. Propuesta gastronómica interesante, tanto en cantidad y calidad. Pescado fresco con un toque de picante, quizás demasiado porque no lo pedimos así. Aperitivo de tapas japonesas regulín, Fideos flojos, brochetas excelentes y postre regular. En definitiva, un restaurante diferente por la ambientación, auténtico, sin lujos y cuenta final de precios correcta por lo comido. Lo peor el servicio, despistado, mediocre en profesionalidad, aunque amable.