Local de decoración neo-rústica con una situación privilegiada, sobre todo las mesas de la cristalera desde las que se puede disfrutar de una espectacular vista sobre el valle de la Orotava y el Mar, alcanzándose a ver también el Teide que en ocasiones como la de hoy estaba totalmente nevado. El servicio atento, eficiente y con muchas ganas de agradar -sin agobiar-. La comida que ofrecen está basada en elaboraciones sencillas con un cuidado extremo por la calidad del producto, nosotros tomamos buey a la Fiorentina delicioso y una Merluza al azafrán ambos con unos puntos de cocción perfectos. Respecto al vino tienen una bodega climatizada preciosa y una carta con bastantes referencias pero sin añadas, cuentan con carta de vinos dulces por copas y tienen la deferencia de permitir que el cliente lleve su vino cobrando sólo el descorche -6€-, los precios x1.5 y en algunas referencias x2 tienda. Las copas son normalitas pero creo que si solicitas copas mejores seguro que las tienen. En definitiva un sitio para volver y preferiblemente reservando en las cristaleras.