Restaurante amplio, un tanto frío, y decorado de forma sobria. Nos

Restaurante amplio, un tanto frío, y decorado de forma sobria. Nos pusieron en la zona de los cristales. La vista, espectacular. El servicio, poco profesional para la categoria del establecimiento, aunque simpático y atento. Optamos por la carta, terrina de foie regular (grave error con los bizcochos, que le quitan el gusto, en vez, del que le da el pan clásico...) y el arroz, bueno. Mi segundo plato, solomillo aceptable, aunque acompañado de bacon blando y hecho desde el mediodía (un detalle que fastidia el plato). Optamos por un buen blanco, dados los precios desorbitados del vino, más de x3, y nos decantamos por un Gramona Sauvignon Blanc (30 euros). Lo peor, el postre, tres helados de dudosa combinación, pobre presentación y paúperrima cantidad...9 euros (un abuso). Total, 160 euros euros por dos personas...un precio desorbitado para lo comido, lo único válido, la altura en la que se encuentra. Una visita y no más...prefiero el Xalet o Torre de Altamar (y tampoco son espectaculares, pero dan la talla)...

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