Me parece excelente idea que puedas llevar tu propio vino para acompañar la comida (en mi caso un Confuron-Cotetidot Echézeaux Grand Cru 2002). El descorche, además, sale gratis por ir con la tarjeta de Verema. El local está en un buen emplazamiento, en el corazón del Carmen. La sala es pequeña pero bastante coqueta. El principal problema es tener que subir y bajar continuamente las empinadas escaleras para traer los platos, lo que puede hacer que algunos platos lleguen algo fríos (nos pasó con los pescados). Optamos por el menú de noche, que te permite tomar dos entrantes, un plato de cuchara y un plato principal de carne, pescado o arroz más el postre (24-27€).
Empezamos por un detalle de la casa, unos boquerones macerados sobre fondo de tomate fresco (excelentes) para seguir con los rollitos de berenjena (simplemente correctos, el plato que me dejó más frío), la ensalada templada de espinacas, queso fresco y crujiente de jamón (muy buen contrapunto del crujiente), el sabroso guiso de garbanzos marineros con langostinos y luego ya el plato principal de pescado (troncos de atún y bacalao al horno), ambos con un buen punto de cocción pero algo fríos. Finalmente unos postres correctos. Tuvieron el detalle de invitarnos a una copa de cava, aunque habría maridado mejor al iniciar la cena que con los postres.
El servicio de sala a cargo de Joan es muy atento. Es un restaurante en el que se está a gusto, que te permite llevarte tus vinos favoritos sin precio de descorche para maridar un menú muy correcto. Han ido claramente a más desde la última visita. Muy buena relación calidad-precio.