La gente de la Pitanza ya sabe de mi fidelidad y, los foreros que me puedan leer, igual se piensan que estoy en nómina. Pero es que no hay día que que me deje caer por allí que no salga con una sonrisa de oreja a oreja. Ayer estuve comiendo con unos amigos y, a pesar de no estar en el menú, me habían guardado una soperita de sopa de castañas que pude disfrutar como entrante y que me hizo pensar en todas las horas que se le han de dedicar a elaborar un plato como ese. Horas que yo resolví en unos minutos de intenso placer. Tomamos como plato principal un arrocito de setas y codornices que, como siempre, estaba insuperable y que, como alguien ya ha dicho, tenía esa característica de poder degustarse en dos momentos: al principio, con el calor de la cazuela y, al cabo de unos minutos, con ese otro punto en el que todos los sabores se han incorporado al arroz. Llevamos nuestro vino "bajo el brazo", un Silentium de autor de Ribera de Duero, altamente recomendable, que le dió el contrapunto a la comida. Mercado, imaginación y tradición en un ambiente familiar y profesional. Ojo a la nueva carta de vinos, que va mejorando.
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