La iglesia somos todos.

Cena numerosa, unos quince, preparada de antemano, se notó. Fué como un guión escrito el cual no supe ver hasta momentos después. Mi llegada un tanto apurada de tiempo se encontró con el resto de la hermandad en la puerta. Al subir por las escaleras al único comedor enseguida me di cuenta de por que, unos poco más de 20 m2 ha de tener, justificado queda ese gran espejo. Estaba claro que no querían estresar ni estrasarse hasta que todo estuviera listo, gente de mundo sin duda.
Allí estaba Juan Luis, secundado por un par de camareros, abriendo botellas y llevándoselas a la nariz con un gesto más de pasión desenfrenada que de nerviosismo. Apenas me presto atención, ni a mi persona, ni a mis palabras, ni quería decantar ni filtrar, todo un enfermo del vino.
Sobre la mesa, tres copas por persona, un 2-1, resultado justo pero suficiente, lo digo porque una de las copas enseguida fué discriminada llevándose todo los enjuagues de sus otras hermanas, como consecuencia, un bonito vino rosado accidental que Josep a punto estuvo de dar salida.
El tiempo marcado en la salida de los platos me pareció perfecto, dando tiempo a beber y no dando tiempo a hablar demasiado.
La comida la definiría como sencilla en su mejor expresión, basada sobre todo en el sabor, con algunos platos tradicionales que me hacen pensar en el mediodía, muy bien elaborada y muy bien presentada, quedando un buen trabajo. Personalmente me gustaría que se estacionaran aquí, hay una madre en los fogones y eso se nota.
Aperitivo:
Higo caramelizado relleno de foie con reducción de Oporto; buena entrada aunque algo irregular, un higo más maduro o con un poquito más de foie hubiese estado mejor. Genial la copa de champagne con este bocado.
Entrantes:
Taco de pulpo con agridulce de mango.
Vieira a la plancha con aceite de oliva al aroma de café.
Ensalada templada de espinacas, queso fresco y crujiente de jamón.
Valga el mismo comentario para los tres, sabor, en el caso de los dos primeros un acompañamiento que estaba pero que no molestaba, es decir, sin enmascarar. Y a la ensalada añadamosle la otra cualidad, sencillez.
De cuchara:
Garbanzos marineros con langostinos y yemas de erizo; ¡atención!, clamor popular, este es el plato por el que yo volveré a mediodía, y lo querré en una de esas cazuelas de barro que se sacaron después a la mesa.
Alubiones con almejas; suavidad, como toca en este plato, con unas alubias enteras y bien cocidas. Un poco anulado por los garbanzos.
Gazpachos manchegos; bueno, otra versión más. Un plato con el que soy crítico por naturaleza ,ya que mi madre hace el mejor gazpacho del país y parte del extranjero. Muy bien trabajado, con la carne desmenuzada, como ha de ser, y con un corte de la torta apropiado. Le noté una especia que lo hacía diferente y que creí reconocer como comino y resultó ser pebrella.
Pescado:
Bacalao confitado con all i oli de ajos tiernos; bien hecho, suave y sabroso.
Carne:
Carrillera estofada a fuego lento con patatas; tierna, a fuego lento, sin duda, y como no, con sabor.
Postre:
Tarta de queso y pastel de chocolate; desafortunada elección, muy pesado para después de lo citado, quizá con una cena ligera hubiese salido mejor parado. Me hace pensar que el postre no es el fuerte de La Pitanza.
Buen surtido de panes, no conté las variedades y tampoco quise probarlos todos con el fin de que me entrara todo.
Este tipo de cenas son totalmente balsámicas, alivian al restaurador y consuelan a los que le visitan.
Hubo finalmente comunión y los feligreses salimos con nuestra alma limpia al ser bendecidos por el padre Javier.
Precio sin vino.

  1. #1

    Javier46

    Lo que no cuentas es que la autentica bendicion la recibisteis de nuestro prior Constan. Esa es la unica que vale de verdad. Enhorabuena por tu comentario. Define lo que fué. Cada día Quevedo se parece mas a ti. Un abrazo

  2. #2

    Lapitanzavalencia

    Gracias a todos los cofrades por acudir al acto, especialmente a Javier por el sinfín de molestias y a Oti por la extensa crítica que demuestra que, pese a lo que parecía, estaba atento a la comida y a las cuatro copas. Gracias por los vinazos que pudimos degustar y por hacernos sentir uno más.

  3. #3

    Jlgr

    Otilio lo siento de verdad ... Muchas gracias por todo.

  4. #4

    Lapitanzavalencia

    Es que JuanLu no te preocupas ni por la gente por el vino!!!

  5. #5

    in vino veritas

    Lo has clavao Javier... eso es!! Quevedo!!

    y que "aseado" en todo: cursivas, negritas, orden y esquema... todo!

    en lo balsamico ya es de premio galaxia, Oti, en serio... cojonudo.

  6. #6

    Otilio Haro

    Juan Luis no me hagas mucho caso, se trata de pequeñas licencias literarias, estuviste enorme.

  7. #7

    Otilio Haro

    Hugo, no podía decir que fuí un privilegiado en tener esa cuarta copa, y por la cual aprovecho ahora para decirte del servico lento de la misma, tardaron muchos segundos desde que te la pedí. Eres más lento que el Avecrem ¡jajaja...!

  8. #8

    Lapitanzavalencia

    La lentitud necesaria para no caer al suelo redondo víctima de intoxicación por los vinos de garrafa como el Duetto ese y el Magnum que trajo Juanlu!!!

  9. #9

    Arancha.2elregreso

    Sigo la crónica, rodeada de biberones!! En cuanto medio pase el frío, organizamos una gorda con Rafael de cuerpo presente (amén, hermanos...)

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