Después de entrar en Verema, decidimos ir a cenar a La Pitanza. Nos ofrecieron sentarnos en la terraza (calle), pero optamos por el interior. En el primer piso, comedor pequeño pero muy agradable y aspecto impoluto. Se podía hablar, cosa que para mí es importante. Como era la primera vez, decidimos pedir menu degustación, que ya conocíamos por los comentarios leídos con anterioridad, y de 2º plato elegí bacalao. La comida la encontré buenísima, aunque otros comensales de mi mesa que habían pedido lubina dijeron que estaba demasiado hecha. El servicio de vino fue aceptable; pedimos inicialmente un albariño y después el chardonnay de Enrique Mendoza... buenísimo el chardonnay. Creo que volveré.. fué una buena decisión