Empresa con dos locales en la ciudad, uno en Ruzafa y otro en Mestalla, dispuestos a dar a conocer la cocina de este poco conocido país.

En Ruzafa dispone de un amplio e irregular espacio físico; al entrar deja la barra de servicio a la derecha que se sigue con la cocina; la sala en formato de U para salvar la entrada a las viviendas, tiene unas columnas interpuestas que dan un formato irregular y con espacio solo para pequeñas mesas (salvo una grande a la izquierda de la entrada), se sigue con la otra parte del comedor, más amplia y con salida a la planta baja siguiente. La decoración sin mucha sobrecarga de ámbito local transmite cercanía y los azulejos de la pared transmiten limpieza.

La gente en sala y cocina son de aquel lugar (el físico les delata) y además muchos de los clientes también son de por allí o de paises vecinos. Somos pocos los clientes valencianos, al memos hoy. El servicio con alguna mínima dificultad idiomática es, en la mayoría amable y cercano con ganas de agradar y buena eficacia. La cocina es muy rápida y según nos informan la costumbre (en los países de la antigua URSS) hace que se sirvan todos los platos a la vez para ir picando de todos, pero para ello hace falta una mesa de mayor tamaño porque da un poco de agobio; el papelito que hace de mantel acaba manchado con el trasiego de los platos al centro. Copas cubiertos sencillos y una vajilla más resultona.

Para beber tienen carta de vinos españoles básicos y una carta corta de vinos georgianos; recordar que los primeros vinos conocidos son de este país. Arriesgamos a la uva más usada: saperavi y a la zona más reconocida: Mukuzani. Tomamos uno de extraño nombre  (ver foto) Mukuzani saperavi 2022 con pocos grados, poco color y poco cuerpo; su servicio se limitó a lo básico habitual. Había que probar algo local.

Para comer dispone de una muy amplia carta con necesarias fotos orientativas resultado de una cocina muy basada en vegetales y carnes, cocinadas en forma de guisos tradicionales y con especiado importante y sobre todo cilantro añadido en crudo. Tras consultar algún dato en internet, elegimos para compartir entre los dos:

. set de snaks: una bandeja de gran tamaño que contiene pequeñas representaciones de diferentes platos georgianos y que con este plato y poco más (un postre, quizás) puedes tener la comida hecha. Lleva de izquierda a derecha y de fuera (mini bols de ensaladas y verduras) a dentro (otros snaks):

. ensaladas y verduras: nº1 encurtidos georgianos de elaboración casera y con un fondo de remolacha en el caldo que colorea todo dejando un punto de acidez bajo; nº 2: satsivi: pollo con salsa de nueces y una excesiva presencia de cilantro: nº 3: ensalada acetsili: ensalada con pollo, nueces y granada quedando una textura tipo ensaladilla pero más pastosa y un final seco; nº 4: ensalada de verduras al horno: a modo de samfaina bien con un leve aporte de sal mejoraría; nº 5: lobio: un guiso de frijoles con ajo y algo de nueces pero hecho en falta algo de punch en la condimentación; nº 6: ensalada de remolacha asada con nueces, sal pimienta y eneldo. Entre medio de los cuencos hay un montón de pan cortado que merece la pena.

. otros snaks: surtido de pkhalis: verduras molidas con nueces y cada una con diferentes añadidos que aportan colorido y presentado a modo de montañitas de colores: frijoles, remolacha, zanahoria y espinacas y necesitan un poco más de especias. Hay también cuatro piezas de rollo de berenjena asada y cortada en rodajas en formato de sushi, y que llevan crema de queso, cilantro y granos de granada (granos de éstos hay decorando muchos productos). Más en la base (opuestas al pan) hay cuatro snacks alargados de bradrijani: berenjena con pasta de queso. El conjunto es un plato muy recomendable para una visión global de muchos platos típicos.

. khachapuri penovani: producto de panadería casera elaborada con hojaldre y relleno de un queso que se funde en su interior. Llena más que cualquier plato de la carta pero está bueno; es grande incluso para compartirlo entre tres personas. Se eligió como segunda opción tras descartar el kkachapuri de estilo Adjarski por el tema de huevo semicrudo.

. chkmeruli: una cazuela con pollo frito en una cremosa salsa de nueces. Plato sencillo y bien elaborado con la carne tierna y la salsa muy elegante (tipo vichyssoise), muy típico, pero que aporta poco. Quizás un guiso de cordero u otra carne hubiera sido más acertado.

. khinkali: elegimos la versión de carne de cerdo y ternera que estaba francamente buena y bien condimentada. Hay que saber comerlo: coger con la mano el khinkali (como un dumplings grande), invertir la forma para que quede como una seta y morder con cuidado porque lleva algo del caldo de cocción en su interior. Plato imprescindible.

. zgapari: una tarta de masa filo, empapada en una crema aromatizada con chocolate y nueces. Postre a compartir por su contundencia que aporta un final dulce aunque las demás opciones son aún más dulces.

Los platos no son baratos pero las raciones son amplias (la parte de panadería, muy amplias); quizás un exceso de nueces, cilantro decorativo, carnes (pocas opciones de pescado) y baja presencia de sal. Aun así, es una cocina que merece ser conocida.