Restaurante en el propio edificio del hotel al que pertenece y sin posibilidades de escapar andando a ningún otro local de restauración ya que está en una encrucijada de caminos a las afueras de Irún. El espacio es amplio y luminoso con distribución de mesas que parece más alejadas de lo que están.

A pesar de ello y de que hay bastantes mesas singles, también hay grupos, aparte de la gente alojada. El servicio es eficiente y debe ser rápido pero hoy no era el día: tardaron más de 45 minutos en traer el primer plato ya que empezó la cosa mal porque al coger la comanda no podía pasarla porque le daba el sistema que la mesa estaba aún ocupada.

Mesas y sillas de estilo cafetería moderna, mantel individual de papel tela, copas, vasos vajilla y cubiertos que cumplen en lo básico. Para beber el menú incluye hasta dos copas de vino pero me conformé con una buena cerveza de presión al ver que las botellas de vino eran Comportillo.

Elegí:

. pimientos rellenos de crema de setas y hongos: dos buenas piezas de pimiento rojo con abundante relleno de arroz aunque la textura quedaba algo gelatinosa; sabor correcto.

. txuleta de ternera con patatas: si el primer plato tardó, el segundo debía estar en el fuego desde el principio poeque la txuleta que se había pedido entre poco y muy poco hecha, vino retostada y tiesa como un zapato. Eso sí, tras reclamar la situación me fue cambiada por otra casi en su punto y acompaña de patatas (tirando a boniato) fritas.

. pastel vasco de crema: una especia de tarta de queso pero en su lugar crema pastelera aunque el relleno era escaso.

Todo fueron disculpas mientras se cerraba ya el comedor porque no quedaba nadie. Tuvieron el gesto nos solo de cambiarme la carne sino de no cobrar el suplemento lo que evitó pasar a mayor reclamación. Bien está lo que bien acaba.