Local a cargo de una pareja de amigos y socios español y argentino (Qom es el nombre de una etnia argentina) buscando ofrecer cosas diferentes a esas cartas de comidas tan uniformes como muchas cartas de vinos. Aquí se arriesga desde hace ya más de 3 años y medio; y eso ya es mucho.

El local comparte propiedad con otro vecino hacia la esquina más dedicado a vinos y cervezas en terraceo; comparte de tal modo que los platos entran por una ventana en el tabique que les separa (o les une), así como el personal de sala según necesidad; aquí Jose es el jefe y consigue ese equilibrio entre profesionalidad y cercanía tan difícil de mantener.

El espacio físico salva unas pequeñas mesas sobre la acera junto a la entrada que deja a la derecha una barra de servicio para abrir a la izquierda la sala de forma rectangular con mesas de madera con buena separación, mantel individual, silloncitos muy cómodos, buenas copas de calidad, cubiertos y vajillas muy cuidados. La decoración es sencilla pero deja un local luminoso y agradable; hilo musical agradable pero algo alto para los pocos que somos.

La carta de vinos tiene buen nivel de variedad y sobre todo de novedad, evidentemente con predominio de la región pero buscando tener algún representante de muchas zonas (¿aunque solo un argentino?); muy cuidada y bien llevada en sala. Al ir solo y de avanzadilla del encuentro Verema 2025, me quedo con solo una copa de tinto, que fue Maboi una fresca uva giró de Alicante. También un agua Magma con gas bien servida.

Junto a la bebida traen unas cuantas aceitunas gordal sabrosas como aperitivo y por cortesía de la casa.

Para comer tienes por una parte un menú (49.80€ sin pan ni bebida) de 3 entrantes, un principal y postre; por otra parte la carta de comidas pensada para compartir (y no para singles) tiene con suficientes opciones variadas, de la que elijo:

. variado de panes: sin recurrir a las mantequillas y aceite propuestos, se trata de 3 variedades bien elegidas, de masa madre -hecho por ellos- de aceituna negra y de calabaza, éstos últimos solo horneados por ellos; además unos colines clásicos.

. alcachofas con bagna cauda: comentar que marea la presencia de un descontrol sin sentido de mayúsculas en el menú y en la carta; en este caso lo de alcachofaS despista ya que se trata más de un single, grande eso sí, y presentado a la moda de flor. Entrando en cocina: perfecto punto de cocción, buena textura y sabor; la salsa de origen piamontés de anchoa, ajo y aceite de oliva (me dicen que también nueces, cosa que no sabía) viene algo atemperada de ajo para que gusta más a la media de comensales. Notable alto.

. croqueta de picaña de pato y reducción de naranja amarga: aquí sí, el singular orienta pues se trata de una croqueta de buen tamaño bien rebozada y crujiente por fuera con buena melosidad interior donde la carne grasa (dicen de pato salvaje) y el cítrico (de la reducción y de una mayonesa cítrica que se añade decorativamente) forman buena pareja. El cítrico es de lima y naranja. Muy bien.

. carabinero con fideos en salsa chili crab made in Singapur: no sabría qué decir pero me parece un intento de Dabiz Muñoz de cuando empezaba y con su antigua pareja dormían en su primer local al cerrar el servicio. Está ¿bien de picante?: sí. Está ¿bien de cocción la pasta?: sí. El carabinero (calidad aparte) ¿aporta?: sí. Hay ¿riesgo en el plato?: sí. El fondo ¿transmite poder?: bastante. Pero ¿el conjunto es un platazo?: no me lo parece. Como si le faltara alma, en mi opinión.

. choco torta: versionada a crema de dulce de leche con un falso caviar de chocolate. Indudablemente es para compartir porque el cremoso de dulce de leche te puede hacer diabético de golpe. Muy visual la presentación, buenas texturas en el plato pero la intensidad y cantidad de dulce de leche se te apodera.

. cremaet: bien preparado con sus ingredientes correctos. Buen nivel.

Muy pocos comensales en un servicio de medio día en domingo. El precio me parece alto pensado en el costo de los ingredientes.