Picoteo

Local presente en el centro de varias ciudades y que aquí tiene un enorme espacio en la plaza mayor de la población con mesas en terraza con estufas y varios espacios interiores. Su origen viene de la Taberna El Bu de un pueblo de Ciudad Real que fue creciendo con el apodo (el buo) de su dueño (Santiago Villar) y la repercusión sobre su esposa (la buha); ahora es ya su hijo el que lleva el negocio familiar disponiendo ya de 7 tabernas repartidas por España (4 en Madrid).

El lugar es perfecto para una cena ligera después de ver el imperdible reloj de carrillón de la plaza y de escuchar, a las 20 horas, su puesta en escena con salida de personajes (Cervantes, Sancho Panza y Don Quijote). Podría pasar, por su decoración, por un pub inglés. Nos quedamos fuera pegados a una estufa porque dentro no cambian ni los camareros.

Servicio de gente joven bien uniformados como exige la empresa pero con buen conocimiento de los platos de carta, incluso con buenas recomendaciones.

Para beber agua sin gas y cerveza de barril bien tirada. Para comer tiene una amplia carta de platos pensados para compartir siendo especialmente interesantes las tostas y las tortillas rellenas:

. aperitivo de porción de tortilla de patata con pimiento rojo asado: por cortesía de la casa para amenizar la corta espera. Más que bien.

. tosta de solomillo de cerdo con cebolla caramelizada y queso de cabra x 2: tan sabrosa como difícil de partir y de comer; muy buena la carne en una ración más que generosa (hay más carne que pan) sobre una base de pan tostado en su punto y con porciones de queso de cabra como si no hubiera mañana. Menos mal que nos aconsejaron no pedir otra cosa más. Sobresaliente.

La verdad es que lo hacen bien pero se impone una retirada porque el frío relente empieza a adueñarse de la plaza y menos mal que el hotel está al lado de la plaza; para el corto camino una mesurita de castañas asadas que al menos calientan los dedos.