Excepcional ubicación, frente a la catedral de Tarragona, de esta joya

Excepcional ubicación, frente a la catedral de Tarragona, de esta joya gastronómica que dirigen Quintín y Ana. Decoración modernista respetando el legado histórico del local, donde conviven murallas y frescos de cientos de años con elementos modernos de decoración.
Personalmente definiría, pese a las enormes muestras de modernidad, dominio de la técnica y alguna que otra deconstrucción, como cocina de mercado. Y es que pese a la gran técnica, la vajilla cuidada y los elementos modernos, lo que prima en estos platos es la calidad de la materia prima, las combinaciones equilibradas, potentes sabores pero no estridentes. Muy en la línea de Michel Brass. A destacar exactamente los mismos platos que Juan Such (con quien compartí esta estupenda velada) y añadir el plato del buey de mar.
Servicio esmerado, atento, copas de calidad y como dice Juan, no vimos la carta aunque sí visitamos la bodega y las botellas que vimos mostraban una tendencia moderna y de calidad de los vinos. Buen coperío y servicio del vino.

En resumen: Espectacular en todo, para repetir.

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