Se trata de una antigua mansión de más de un siglo de antigüedad y que ha sido bien rehabilitada (y premiada) con estilo ecléctico, manteniendo la planta baja con sus 5 habitaciones como restaurante separado en pequeñas comedorcitos privadas; también dispone de amplio espacio (2.000 m2) abierto en los jardines para eventos de celebraciones y eventos culturales. Los límites exteriores de la propiedad son la huerta valenciana ... y la valla del metro con parada en la puerta; dispone de un espacio a la llegada en un lateral de la casa para poder aparcar.

En esos jardines y junto a la pérgola la propiedad cede gratuitamente un espacio a los pequeños agricultores de la zona para que vendan sus productos (frutas y verduras) de temporada. La entrada es libre.

La restauración va enfocada a los arroces y las brasas complementada por los productos temporales de la huerta cercana. Dispone de carta de comidas y un menú de diario; la carta de vinos es corta con pocas DOs y con un representante en cada una de ellas. 

El servicio en sala, con poca gente al inicio fue efectivo y rápida la salida de platos de cocina; posteriormente con llegada de más clientes se reforzó ya que no es fácil atender a 5 habitaciones a la vez.

Para beber elegí un vermut tinto Vividor servido en mesa aunque de dos botellas distintas por acabarse la primera; sirvió para acompañar:

. aperitivo de aceitunas y encurtidos por cortesía de la casa, más un panecillo de pan crujiente para amenizar la espera.

. berenjena a la brasa con burrata: la verdura estaba en buen punto de cocción sin secarse demasiado y con el queso coronándola. Bien.

. croqueta de gambas: bien hecha, crujiente por fuera y melosa por dentro con buen sabor de gamba sin apenas tropezones interiores y apoyado sobre una salsa romescu. Notable.

. canelón de carrillera con crema de parmesano: la pasta la dente, la carne correcta y la crema muy sabrosa aunque se apodera de todo; me gustó.

. arroz de chipirones sepia y espárragos: hecho en el momento y servido en paella en la mesa y tuvieron la amabilidad de hacerla para una sola persona, lo que no es frecuente. Cantidad de tropezones con chipirones cortaditos, la pota en taquitos y los trigueros muy troceados; el punto del arroz muy bueno y no es fácil con una capa tan fina en paella para dos mantenerla uniforme. Por poner un punto de mejora le sobró un pelín de aceite que seguramente fue por culpa de ser una sola ración de arroz, amplia pero solo una ración.

. tiramisú de cremaet: una composición curiosa pero efectiva sobre todo para los que somos fans del cremaet; servido en un botecito de cristal en una dosis ajustada.

Para completar, un buen café expreso final.