Arroces increíbles, sitio precioso delante de la playa pero en un entorno natural, y muy buen servicio, para repetir en cuanto podamos.También tiene menú entre semana.

Justo cuando se acaba Marina D´Or empieza La Torre de la Sal (hay 4 torres que en su momento tuvieron carácter defensivo allá por el siglo XV, y ésta es un Bien de Interés Cultural desde 1949); esta torre, así llamada por las salinas que llegaron a haber, está dentro de una marjal protegida como Parque Natural de Cabanes y en la que hay un enorme camping, bien integrado, donde se ubica este restaurante con acceso directo a una kilométrica playa donde hay instalado un Centro de Investigaciones Biológicas Marinas. Por tanto el entorno es muy interesante y poco concurrido (todo lo contrario que la vecina playa de Oropesa y su centro hotelero y apartamentístico.

El local tiene una terraza a la entrada y  el local interior con una larga barra principalmente para servicio del comedor. Aquí las mesas están separadas y son amplias macizas y hasta distintas, porque son mesas de comedores antiguos; las sillas son a modo de silloncitos amplios y cómodos (hay otras de nea menos cómodas); bajoplatos individuales, copas de vino sencillas, vasos vintage y decoración de las mesas con gusto, así como el local planteado con carácter rústico pero muy luminoso y con ventanales al exterior para aprovechar esos 300 días de sol al año de los que presume la Costa del Azahar.

El servicio de sala, y de cocina cuando trajeron los arroces, muy profesionales y muy cercanos y presumen de ser un restaurante familiar. El ritmo de salida de platos muy bueno a pesar de estar bastante lleno. Se define como gastronomía mediterránea con algún toque exótico siendo su punto fuerte los arroces sin olvidarse de los postres caseros

Para beber unas cervezas previas, agua con y sin gas y como vino blanco fueron 2 botellas de Habla del Mar, un vino blanco extremeño que ha estado 8 meses de crianza con sus lías bajo del mar, en concreto en San Juan de Luz, en depósitos de 300 litros, con una mezcla de diferentes uvas españolas de origen atlántico (no dicen cuales) la botella es de cristal transparente (modelo de la syrah -la nº 30- de la bodega) con tapón de cristal y que, su crianza, parece aportar notas salinas y yodadas, cayeron 2 botellas y gustó quizás porque es un vino único y sin añada. También hubo tinto y nos quedamos en la misma bodega con Habla del Silencio 2021 coupage de tempranillo syrah y cabernet sauvignon con crianza de 8 meses en roble francés, que también gustó.

Para comer se habían encargado previamente (es lo más conveniente) en la reserva dos arroces para servir de ambos a todos, uno de ellos con santiaguiños (¡sorpresa que haya por estos lares!) y reservamos los que quedaban en stock para hacerlos a la plancha. No pusimos más entrantes porque veníamos de una cata de 7 quesos de oveja diferentes con vino en Tot de Poble en Coves de Vinromà y que precisó de un paseo por Villafamés y su increíble museo de arte moderno con más de 600 piezas (incluyendo a Miró, Andy Warhol....).

Así quedo la comida para los 11 asistentes:

. pan con salsas: tomate rallado y alioli más una curiosa sal volcánica: el pan muy básico poco cocido; las salsas sencillas pero gustosas.

. santiaguiños a la plancha: no había para todos así que los 5 que quedaban los partimos por la mitad; perfectos de fuego quedando jugosos y por supuesto con su sabor y sensaciones que recuerdan como el hermano pequeño de esa zapatilla de mar (cigala real). Excelentes.

. ensalada valenciana: aceitunas negras locales, guindilla, cebolla, tomate, ventresca, canónigos y flores; un buen aliño completó un plato vistoso.

. vieras x 11: como siempre se trata de volandeiras bien preparadas, gustosas y con leve aliño de aceite y poco más; una por persona. Notables.

. arroz con vieras y santiaguiños x6: con un muy buen fumet de pescado quedó un sabroso arroz con buen punto de cocción que se terminó, casi en formato decoración, con una viera y un santiaguiño partido por persona como buenos complementos. No es una forma que me guste ese añadido final de los elementos pero en este caso el fondo del arroz tenía suficiente sabor como para permitírselo. Muy bien.

. arroz con chipirones gambitas rape flores y espárrago de mar x 5: con creo que el mismo potente fumet pero aquí los ingredientes (salvo las flores) sí están integrados en el proceso de cocción y se les nota; el arroz quedó algo más cocido pero sin romperse. Muy bien.

. tartas caseras x 3: a propuesta de la sala se pusieron 3 platos con raciones (no degustaciones, sino raciones de postre individual) de las tartas que elegimos: de torrija, de calabaza, de frutos del bosque y de pistacho. La de torrija sorprendió y gusto mucho, la de calabaza se llevó críticas por falta de intensidad, la de pistacho resultó original y la de frutos del bosque era casi todos frutos del bosque. La consistencia de todas ellas era sorprendentemente muy similar, casi como pudding quedando con un dulzor menos intenso lo que hizo posible "profundizar" en el tema.

Las raciones de ambos arroces fueron cumplidas y, en los casos que se sirvieron  a la vez en el mismo plato, se llegaron a entremezclarse ambos por lo que no se disfrutó de una clara diferencia (aparte de que el buen fondo común aún lo puso más difícil).

Unos buenos carajillos quemados (nombre que aquí dan al cremaet) más unos digestivos de crema de orujo, de arroz, limoncello y de hierbas muy disfrutones. Una sobremesa con los amigos, incluidos los venidos de Murcia y Barcelona, y planes para próxima quedada.