Escuela de hostelería

Se trata de una escuela de hostelería privada que funciona como restaurante unos días entre semana y solo al medio día y en el que, como escuela, los estudiantes en prácticas tanto en cocina como en sala funcionan bajo la mirada del profesorado. Por ello hay que contactar previamente y reservar con antelación.

El tipo de cocina es creativa sobre productos locales y del mercado de temporada, funcionando con un único menú (15€) que se va renovando y del que hay que elegir entre 3 opciones tanto en entrantes como en principales y postres y que incluye pan bebida y café. Evidentemente el precio es porque los costos de personal y el beneficio empresarial son nulos.

En nuestro caso y como grupo de compañeros de colegio nos reunimos 34 comensales con menú pactado, el que toca pero ampliado con otro entrantes y todo en servicio individual y con el comedor cerrado para nosotros en exclusiva lo que siempre es un plus y sobre todo no molestamos a otras mesas porque es imposible que no se monte algo de fiesta añadida con fotos, algún brindis, etc. Se hizo una visita previa de inspección para cerrarlo todo.

El local estaba preparado  con dos mesas largas en paralelo al espacio físico (en forma de V) con la barra al fondo y las escaleras que suben a las dependencias y aulas. Mesas bien vestidas con vajilla sencilla buenas copas y un servicio muy muy lento pero es lo que tiene tener que esperar órdenes en tiempo y forma. El ritmo de salida de platos de cocina también fue lento teniendo en cuenta que el menú es único; esa lentitud hizo salir todos los platos con menor temperatura de la necesaria.

Bebimos unas cervezas previas, agua sin gas, algunos refrescos y en vino hubo Juan de Juanes 2021 blanco y Batuta Roble 2020 tinto académicamente servido aunque se sirvió tinto antes que blanco que hubo que traerlo con las copas de la mesa ya llenas; además había que reclamar nuevos llenados de copas ante la falta de iniciativa y que acabó dejando las botellas de tinto en las mesas para autorrellenado, si bien es verdad que el blanco se volvía a la nevera del bar para mantenerlo frío.

En la parte sólida nos encontramos con una cocina que tiene una parte creativa aunque parta de una base clásica de plato principal con opciones de una carne, un pescado o un arroz. Lo que tomé:

. aperitivo de aceitunas y patatas chips que mitigaron la espera hasta que se acabaron. Un buen panecillo del que se repitió numerosas veces para no perder comba entre plato y plato.

. buñuelos de bacalao: un par de pequeños buñuelos con un interior algo cremoso y con sabor correcto de bacalao y un rebozado exterior crujiente y quizás un poco menos de tiempo en la freidora hubiera mejorado el final.

. alcachofas confitadas con parmentier de patata y polvo de kikos: la parmentier estaba demasiado densa aunque bien de sabor y muy buenas las alcachofas; los kikos aportaban textura diferente y un poco de crunch. 

. arroz de miso y setas: más que arroz se trata de un risotto bien de melosidad y de sabor. Otros optaron por el solomillo y por la dorada, ambos con buenas presentaciones y que refirieron como buenos.

. tocino de cielo con manzana: en una versión más cremosa del tocino pero que no aportó mejoría en el sabor sino solo en la textura como una galleta crujiente que acompañaba. Bien sin más. Otros tomaron fruta o helado que se refirió también como bien.

Unos cafés variados buenos y un poco de sobremesa porque la academia cierra a las 17.00 h. Ya hay que poner nueva fecha para el año que viene volver a reunirnos que es lo más importante.