Con muchos tiros pegados

Mónica y Rafa Morales, hermanos y residentes en Valencia, como diría el mítico Un, Dos, Tres de la televisión, disponen de un espacio en el último chaflán antes de pasar la Cruz Cubierta. La trayectoria de Rafa es de un curriculum envidiable que no cabe en este comentario por lo que dejo un enlace.

Desde fuera el local parece un gran espacio pero la realidad interior es pequeño y algo laberíntico; tiene la cocina central y la barra en un todo en uno en forma de U y a la vista del público y deja dos espacios a la izquierda de la entrada y al fondo a la derecha con unas mesas que si se llenan albergarán unos 25-30 comensales como mucho. El local es muy luminoso con muchos detalles de buen gusto dando un aspecto entre marinero y valenciano familiar; un carrito por aquí con botellas de vermuts, otro con destilados, una pizarra para los platos del día, otra con los vinos fuera de carta, unas sillitas de madera donde se apoyan las cubiteras a pie de mesa, en fin todo pensado para decorar pero que sea funcional.

Las sillas son a modo de antiguas sillas de comedor (cuestan levantar del suelo por su peso) cómodas; las mesas separadas a modo de tetris y cubiertas con un llamativo mantel de cuadros blancos y azules; la vajilla variada y sencilla (o senzilla). El servicio cercano, muy profesional, rápido pues tanto Rafa en cocina como Mónica en sala tienen una ayuda cada uno y su actitud les lleva a un servicio eficaz con tiempo incluso para rellenado ocasional de las copas de vino.

La carta de vinos es corta pero suficiente y se amplia con algunos vinos fuera de carta y referenciados en una pizarra, no es clásica y eso se agradece; nos recomiendan, habiendo elegido beber cava, un desconocido y local Molina Cánovas brut nature y ecológico que nos gustó y acompañó bien la diversidad de platos.

La cocina de Rafa es una cocina valenciana de buen producto con mucha presencia de su despensa, donde atesora salazones de calidad, tan raros de ver en las cocina actuales y que muchos viejos rockeros (como ellos) de la buena mesa notamos a faltar; no por ello renuncia a salsas orientales o a elaboraciones de buena técnica notándose también que pasó por El Bullí, aunque su cocina aquí es más sencilla sin estar exenta de buena técnica; ahora no es un clásico hijo emigrado del Bullí como lo era en su época como jefe de las cocinas del gran hotel de Las Arenas (5*GL).

Su complemento en sala es su hermana Mónica con un conocimiento y manejo de las mesas con sutileza, como si no estuviera, pero que denota un control absoluto de lo que se come de lo que se bebe y de lo que se sirve; además parece que las tartas son su responsabilidad. Ambos transmiten tranquilidad cordialidad familiaridad conocimiento producto: todo senzillo.

La carta de comidas se distribuye en diferentes opciones de menús de diferentes longitudes y desde 15,50€ a 37,50€; además hay unos curiosos menús de cocinas, por encargo previo, segoviano, gallego, donostiarra y marinero en función sobre todo del plato principal; ver fotos. Nosotros dos elegimos el menú largo FesTival para conocer más su cocina actual; lo servido fue:

. aperitivo: morcón murciano con salsa de kimchi, pan con tomate, aceitunas y encurtidos de remolacha y zanahoria, magret de pato y queso curado al pimentón de la Vera. Destacados los productos y en pequeña ración. Bien.

. tapas TOP: mojama y almendras, boquerón en salsa agridulce, sardina y anchoa del Cantábrico de Bota, ostra francesa (mi compañero optó por una alternativa de hueva de maruca y frutos secos). Todo ello en buen nivel y calidad. 

. tapas TOP 2: chipirón relleno de morteruelo con judías verdes en escabeche de azafrán y pino, col en escabeche sunomono. Todo en alto nivel y en preparaciones poco vistas. Muy bien.

. arroz meloso de pulpitos y pelota de cocido: servido en perol y en amplia ración, buen punto de cocción y cargado de tropezones como el blanquet. Muy bien.

. tarta de chocolate: lo de tarta es algo teórico, aquí es chocolate al poder, intenso y de alta graduación de caco por su punto poco empalagoso. Muy bien.

. mousse de turrón: con compota de manzana a la miel y el azafrán. Bien pero acaban de integrarse con el turrón.

Rematamos con unos chupitos de mistela de Godelleta muy elegante y de pocas sensaciones alcohólicas.