Restaurante Espacio Montoro en Alacant / Alicante
Restaurante Espacio Montoro
País:
España
Provincia:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
150,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
150 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.9
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.5
Comida COMIDA
8.5
Precio medio entorno ENTORNO
10.0
RCP CALIDAD-PRECIO
8.5
Opiniones de Espacio Montoro
OPINIONES
1

Mucho había leído y escuchado hablar sobre este restaurante que, en poco tiempo desde su apertura y con los rigores de la pandemia por en medio, ha logrado situarse en la cúspide culinaria alicantina. En muchos artículos se le considera el local con la mesa más codiciada de la ciudad de Alicante. No sé si será tan cierto del todo. Mi experiencia: yo hice una reserva para cuatro comensales con unos quince días de antelación y no hubo ningún problema. Pero la verdad es que, siendo un miércoles a mediodía, el restaurante finalmente presentó un lleno absoluto.

El cocinero Pablo Montoro, que algunos lectores recordaran como “el chef privado de los millonarios” por su paso por el programa Top Chef, invita al comensal a secuenciar su paso por su casa en cuatro etapas o momentos que se desarrollan cada uno de ellos en un espacio diferente. Cabe decir que todos están decorados con mucho gusto, mezclando diferentes estilos y cuidando hasta el más mínimo detalle.

La experiencia Montoro, expresión ésta que hace servir el personal del restaurante a lo largo de la velada, se inicia con la visita a la cocina de producción y la invitación a introducirse en un pequeño habitáculo oscuro donde, por medio de una locución y totalmente a oscuras, se nos da la bienvenida. No quiero narrar más detalles para dejar lugar a la sorpresa en caso que el lector decida visitar el restaurante. Se sirven allí dos pequeños cócteles en los que se juega especialmente con romper las texturas convencionales de algunos conocidos combinados.

En la terraza se nos invita a escoger el menú y, además, nos ofrecen una serie de pequeños bocados o snacks (cuatro, para ser más concretos) que destacan especialmente por su minuciosidad artesana y su vistosidad. Unos gustan más que otros, pero ninguno de ellos obtendría una puntuación por debajo del 6.

El siguiente momento se desarrolla en una pequeña barra baja que se sitúa entre la terraza y el salón convencional. Impresiona de primeras el interiorismo del espacio, vanguardista a rabiar, y el hecho de tener a la vista los cocineros acabando los platos que vamos a degustar. Tres fueron y los tres nos dejaron boquiabiertos. Fue ese el momento en el que me di cuenta que, detrás de toda la puesta en escena que estoy relatando y, a pesar de toda la parafernalia que acompaña la comida, aquí se cocina mucho y muy bien. Cada uno de los pases supuso un bocado hedonista con una bella y cuidad presentación, pero, lo que resulta más importante, con una redondez y potencia sápida dignas de elogio.

Finalmente pasamos al salón propiamente dicho donde se desarrolló la mayor parte de la comida. Hasta este momento los tres menús coinciden en cuanto a su composición (dos cócteles, cuatro snacks, tres platos en pequeño formato). Es a partir de aquí donde se diferencian las tres propuestas atendiendo únicamente a la extensión y número de pases de cada uno de ellos. En nuestro caso, menú experiencia (85,00€), degustamos un total de diez pases más en la mesa. A diferencia de la mayoría de valoraciones que acumulo en ente portal, no voy a enumerar los pases y lo hago por diferentes motivos: en primer lugar, parece ser que la confección del menú cambia con frecuencia por lo que aquello que deje hoy yo escrito aquí puede diferir sustancialmente con lo que se encuentre el futuro potencial visitante. En segundo lugar para dejar lugar a la sorpresa ante esa hipotética visita. Y, por último y no menos importante, por qué la compañía en la mesa ese día fue tan especial que anduve un tanto despistado a la hora de escuchar los largos enunciados de cada uno de los platos que nos sirvieron. Además, tan a gusto estábamos, que ninguno de nosotros recordó recoger de la mesa el menú que nos habían dejado impreso sobre ella.

En la mesa el nivel no se mantuvo tan regular como en el paso por el CocoonLab (tercer momento). Hubo platos magistrales y otros que no brillaron tanto, pero siempre bien estructurados y escondiendo tras de sí unas cuidadas elaboraciones.

La carta de vinos es larga y completa, alternando vinos singulares con otros de más popularidad y mucho más rodaje. Los precios son comedidos teniendo en cuenta la majestuosidad del entorno y el empaque en el que se desarrolla la experiencia. Tomamos un Remírez de Ganuza blanco, un Dido también blanco y un Villa de Corullón (tinto). Curiosamente los tres coincidieron en añada: 2018.

Por último reseñar el excelente trato recibido por todas las personas que nos sirvieron a lo largo de esta experiencia, que no fueron pocas. Siempre se mostraron cercanas, sobradamente formadas y con una precisión impecable en el servicio, tanto en el apartado sólido como en el líquido. Es uno de esos locales del que sales con la convicción de que vas que volver más pronto que tarde.

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