Finca en las cercanías de la capital coruñesa dedicada a eventos grupales medianos y amplios, con varios espacios y con diferentes propuestas. Por supuesto con unos buenos jardines para un buen coctel de entrada más la cena en un amplio salón perfectamente vestido y académicamente servido.

Buena amplitud entre mesas y comodidad de sus espacios en mesa. Menú pactado que incluye el coctel de entrada con sus bebidas y los mismo vinos en la cena: Avo Martín un Ribeiro fresquito y punto; en tinto se repartió entre un Muriel reserva de Rioja y un Montevannos de Ribera, ambos demuestran que el tema de vinos no es lo suyo pues un mencía (con o sin coupage) local sería lo apropiado pero seguimos en un clasicismo absurdo en estos eventos.

Una vez pasado el castigo del coctel de pie, pasamos a la cena formal que afortunadamente aquí sí que se buscó una cocina de producto local y alejarse de platos de menú de boda clásica. Tomamos:

. vieras asadas con cremoso de patata, confitura de tomate y vinagreta de frutos secos: muy buen plato en el que todos aportan y se mantiene el elementos principal como protagonista. muy bien.

. solomillo de ternera gallega con foie y membrillo al Oporto: muy buena carne con un punto algo de más para mi gusto (quedó en el gusto del promedio de la gente) y llegó algo tibia; bien los complementos y el tamaño de la pieza de carne.

. copa de tiramisú con helado de chocolate: no acabó de gustar por resultar pesada de sabor y dulzor. Una pena porque el resto de comida fue sobresaliente.

Cafés e infusiones para una corta sobremesa que mañana se acrecienta el trabajo a primera hora; al autobús y al hotel (algunos irreductibles no resistieron un GT ya en la ciudad).