Cuando varias informaciones te llegan de que hay un local reciente que lo está haciendo bien, ya no puedes resistir la tentación de conocerlo y comprobarlo.

Este local, cerca del mercado de Jesús, tiene una amplia terraza (de las de verdad, no mesas encima de la acera en fila india) delante de la entrada. El local tiene la clásica forma en U rodeando al patio de entrada a la finca; a la izquierda la barra, al fondo la cocina y los baños; mesas distribuidas por el resto de la sala con alguna pegada a la pared con sillas altas. Hay mesas de mayor tamaño y, tras un fallido intento, nos sentamos en una amplia y cómoda tras un separador a modo de librería; sillas cómodas, manteles individuales, copas bastante mejorables, vajilla bien.

El servicio en sala es joven y preparado, conocedor de los platos, buenos consejos (nos advierten que vamos pasados de pedido). Salida de platos de cocina a buen ritmo aunque nuestra hora temprana lo facilitó porque luego el local se llenó e incluso alguna mesa se dobló.

La carta de comidas incluye varios menús (30€) de compartir y una amplia carta con una cocina moderna en la elaboración de los platos y en su presentación. La carta de vinos es suficiente con predominio de locales como corresponde; su servicio fue limitado a descorche, y primer servicio; lo elegido Nodus brut nature con chardonnay y macabeo al que sobraba acidez y burbujas.

Descartamos arroz (hay que pedirlo al reservar) y decidimos ir a carta para probar platos de forma compartida ya que están pensados para ello (en general y en especial las costillas):

. ajoarriero: servido en un mortero y rematado por un huevo frito a romper sobre ello. Amplia ración que pide ser compartida a riesgo de saturar.

. torrezno con mayonesa de romero y miel: alejado de churruscamientos, mantiene una textura crujiente en corteza y una buena textura en el resto. Puro sabor que la piparra (y punto levemente picante) disminuye la sensación grasa en boca.

. figatell de atún con parmentier de patata trufada: pedimos 2 y fue lo único que rebajamos cuando nos advierten de un pedido excesivo. Cumple pero falta más intensidad en los sabores principales.

. "per pilotes": pelotas de puchero con crema de raíces y almendras: muy buenas tres pelotas de buen tamaño, carnosas y bien de sabor. Un poco de mano izquierda haciendo que la ración fuera de 2 (casi mejor) ó 4 piezas hubiera estado bien.

. canelón: el único plato que podría ser individual, con un canelón de buen tamaño con una buena bechamel y algunas hojas de ensalada por encima. Aunque solo era una pieza, muy muy compacta con la carne deshilachada y que llena más de lo que aparenta.

. costillas ibéricas a baja temperatura: una ración muy amplia para dos y que al final tenían razón y sobró casi media. Una carne perfecta de punto y calidad, tierna, sabrosa una buena reducción de salsa (con miel?) por encima que resultó el mejpor de los platos. Imprescindible de pedir.

. postre "chocomani": tropical brownie de chocolate, cremoso de cacahuete y sorbete de maracuyá y su toffe: sobre una densa crema de cacahuete un brownie desmenuzado y coronado por el sorbete que era lo mejor de todo. Plato a compartir.

Pan que casi no lo probamos y un aceite Oro Virgen merecían más dedicación pero no dábamos para más.

Rematé con un cremaet bien preparado y que merece la pena. Salíamos y aún entraban nuevos clientes con predominio de edades medias. Están en la cresta de la ola y la verdad es que con motivo: buena cocina, buen servicio y buen precio.

En la valoración el servicio de vino sería un aprobado alto y el entorno un notable alto, así que promediaré.