Un bar de barrio pero que empieza a hacerse un hueco en el tema del "esmorzar popular" porque tiene un mercadillo (miércoles) y un hospital enfrente que son circunstancias que aportan clientela extra.

El local es tipo tubo con la barra a la izquierda y detrás una minicocina donde la jefa (imagino que Montse) se afana desde primera hora de la mañana en hacer tortillas, sobre todo de patatas (hasta 6 había al entrar), y luego ir preparando otras opciones; Si vas recién abierto puede que solo haya esta opción. A la derecha una estrecha fila de mesa que se complementan con las exteriores, sobre la acera.

Para atender mesas está quien parece su marido hasta que algo más tarde llega una ayuda que también parece familiar. Amabilidad, familiaridad justa y eficacia pues tampoco puede hacer desborde de afluencia aunque se llene todo.

Nos sentamos fuera y tomamos para beber cerveza y agua; la primera es de botella porque no hay tirador. Habíamos encargado en la barra, aunque no es necesario, y nos traen los consabidos cacos fritos y unas aceitunas correctas.

Lo pedido:

. bocadillo de tortilla de patatas con habas: si es lo que más sale, será por algo y la verdad es que está buena, recién hecha, sin cebolla, algo escasa de sal y que la presencia de las habas aún lo acentúa más; bien las habas tiernas y enteras. Bien.

. pincho de tortilla de patatas y tostada con jamón: la sorpresa fue el tamaño de la tostada que era casi una barra entera (la mitad inferior), abundante de un más que correcto jamón y con una buena base de tomate; pan crujiente y tostado a plancha; la tortilla ya comentada. Muy bien.

Un cremaet final bien preparado y una visita al mercadillo de barrio mientras se van llenando mesas... El precio sube porque una cosa es pedir un esmorzar (todo incluido) y otra cosa un desayuno más un pincho.