Algunas rarezas pero éxito asegurado

En el paseo de la Alameda puedes encontrar este local más amplio de lo que aparenta (casi 80 personas de capacidad), partido en dos zonas por columnas pero quedando en paralelo armonioso; hay un bonito comedor en la zona contraria a la entrada a modo de privado con mesa redonda y para unos 6 comensales. El resto se dispone con mesas para 2/4 en las filas centrales de ambos lados dejando las paredes para bancos corridos y mesas perpendiculares de distintos tamaños; las sillas son cómodas, los techos altos con presencia de bastante madera, suelo incluido, que da calidez al sitio; iluminación algo tenue y una música ambiente algo alta para mi gusto y que aparta la intimidad que deja la luz. La cocina al fondo y en parte a la vista con una decoración exterior de ladrillos. El resto de la sala tiene un punto de tubos altos (tipo fábrica) con plantas colgantes que descoloca un poco, pero yo no lo llamaría raro.

Las mesas están sin manteles, buenas copas (Riedel creo), vasos y vajilla (tipo Duralex años 70s) y cubertería. A la entrada te topas con una mesa en la que se encuentra la carta y el menú del día. Hay dos turnos de comidas siendo recomendable, como hicimos, ir al primero porque luego se llena y solo hay dos personas en sala (al menos en el primer turno).

¿Dónde están las rarezas? ¿por qué ese lema de la normalidad es insoportable?. Pues las rarezas gordas están en el vestuario ya que los chicos van con falda y las chicas con traje de chaqueta; el lavabo de chicos es totalmente rosa (el de chicas obviamente no lo visité). Otra rareza menos visible es que las botellas de vino abiertas del día anterior vienen cerradas con film cuando merecerían un tapón Vacum ¿?.

La cocina es de autor y la carta, no muy extensa, son todo platos creativos, una veintena, y aquí lo raro es que es una sucesión de creaciones sin ningún encasillamiento de principales ni postres. También tiene un menú degustación (30€) de 7 pases (incluido un dulce) a compartir para un mínimo de 2 pax.

La carta de vinos es más que suficiente y aquí lo raro es que cada vino tiene unas líneas explicativas del mismo y que se agradecen ya que la carta está alejada de los vinos clásicos de la restauración. Doble agradecimiento. Decidimos a la vista de la variedad de los platos, tomar un espumoso y elegimos Calvestra 2016 brut nature, un recomendable espumoso local de uva merseguera junto a la tradicional chardonnay, con 60 meses de crianza con un servicio de descorche prueba y frecuente rellenado de copas

Comida para dos veremeros que decidimos compartir el menú titulado "para no pensar", y consistió en:

. aperitivo: por cortesía de la casa, unas patatas chips con salsa: me parece recordar que pudiera ser de mejillones pues me recordó mucho la del Baret de Miquel.

. el pan de masa madre tierno y sabroso, semeja a una coca de llanda porque no lleva corteza, molloso. punto dulce pero con sabor también de sal del pan, pan. Un pequeño aporte de AOVE sobre el mismo, lo complementa bien.

. croqueta carbonara, guancialle y yema: muy original creación, muy sabrosa, bien rebozada y con un interior meloso. Muy bien.

. cebolla asada bonito y tomate: muy buen pescado, cebolla dulce y la salsa muy fina y que complementa bien. Muy bien.

. ensaladilla Olivier´s pato y masago: homenaje al origen de nuestra ensaladilla traída de Rusia donde allí la carne de urogallo se cambia por pato, es la protagonista junto a las huevas del masago (en lugar del caviar) presentado por separado los ingredientes y que en mesa hay que entremezclar. Muy sabrosa. Plato excepcional.

. espárrago de Navarra holandesa de miso y almendra: estamos en temporada y entra en sustitución de la col (pequeño suplemento (2,5€ x 2) con lo que ganamos en calidad; un ejemplo de la sencillez transformada por la técnica y con el sabor como objetivo; punto y aparte para las alcaparras fritas y abiertas quedando crujientes. Muy bien. 

. corvina frita adobo de mojo rojo y chimichurri: una buena corvina sencilla de planteamiento que recuerda la fritura andaluza pero que cambia en boca con la salsa chimichurri que no te la esperas con pescado. Buena idea y perfecta resolución. Muy bien.

. berenjena, cordero y yogur con frutos secos: berenjena a la llama y una carne desmigada jugosa, tierna por una cocción larga y lenta, con un fondo de sabor intenso y un punto ligero de pimienta negra que se acumula más el contraste con la acidez, poca, del yogur; hay también frutos secos (anacardos, pipas de calabaza..) que cambian las texturas. Muy bien.

. tarta de queso: con base de galleta (podría prescindirse), bien de sabor a queso y no a leche. Notable.

. ganache de chocolate, AOVE y sal: muy conseguido equilibrio y esa sal que potencia los sabores. Muy bien. Por cortesía de la casa nos obsequian con una pequeña copa de un vino dulce de uva monastrell que complementó a la perfección. Digno final.

El segundo postre fue un extra por aquello de acabar con chocolate pero no porque hiciera falta ya que las raciones son buenas y los ingredientes, siempre 3 por plato (salvo la tarta), no son ligeros.

Hubo tiempo para un buen café mientras se iba llenando el local para los siguientes. En fin de semana me temo que se pueda resentir el servicio y ritmo de platos de cocina porque aquí hay muchas sillas que se ocuparán.

Su cocina tiene un punto de informal, mucho apoyo en salsas, bien de sabores y contrastes, muy variada en productos y texturas, muy cuidado el emplatado y sobre todo es gustosa y a precio contenido. ¿Quién está detrás de todo ésto? Pues como decimos por aquí, un equipazo con Sergio Rozas e Ibai Bengoechea en cocina y Sara Folgado en la sala y a cargo de los vinos. Han bebido en las fuentes de Ricard Camarena (Sara sobre todo en Habitual y Sergio en Bombas Gens) donde ya destacaron (en sala y en cocina); Sara también estuvo en Gallina Negra; ellos dieron la vuelta al mundo pasando Sergio por cocinas como Pérgola de Roma y el Geranium, de Copenhague; Ibai lo hizo en Arzak y Zoko Moko, lo que garantizan que hay mucho saber hacer en esta cocina y en sala; se fogearon juntos en Mamua y ahora ya juegan en primera división. Lo raro de verdad es que esta magnífica cocina estuviera antes escondida en un delivery (aunque fuera de alta calidad), pero claro, aquello era en plena pandemia, y ahora, este año han levantado el vuelo con pinta de subir muy alto. Y además no han cerrado el delivery....

Hay muchos platos para probar y merece más visitas.