Quien nos aconsejó este local nos advirtió a la vez que no era un sitio barato y que, lejos de estar frecuentado por los isleños, era un sitio más bien concurrido por los turistas, cosa bastante lógica dado su emplazamiento en plena zona hotelera de la playa de Maspalomas. Su terraza es inmensa con capacidad para más de doscientos comensales, pero está decorada elegantemente y en primera línea de playa. Mesas bien vestidas, sillas muy cómodas y buena vajilla. Copas mejorables.
Carta patagruélica que reúne platos y propuestas de todo tipo: entrantes, ensaladas, mariscos de calidad, arroces, pizzas, hamburguesas, propuestas peruanas, woks, carnes, pescados... De salida, da la impresión que quieren abarcarlo todo y que posiblemente nada esté bien (aquello de “quien mucho abarca…”). Después, con lo que probamos nosotros y lo que vimos en las mesas colindantes, parece que todo lo resuelven bastante bien. Nosotros tomamos ostras (grandes, pero a más de 5 € la unidad), berberechos gallegos, media lubina a la sal (unos 500 gr aproximadamente) y langosta frita con huevos y patatas. Todo estaba perfecto y, aunque son preparaciones aparentemente sencillas, requieren "clavar" los puntos de cocción o el “productazo” del que se parte se echa a perder con facilidad. La lubina estaba de 10 y perfectamente presentada en mesa.
La carta de vinos tiene bastantes propuestas, pero, mayoritariamente, son referencias “de mucho rodaje” y a precios bastante elevados. Nos decantamos por un Malvasía seco Bermejo. Tomamos también unas bebidas de aperitivo (caña y vermut), cafés y unos GT de Martin Millers para acabar, circunstancia que se ve reflejada ostensiblemente en la cuenta final.
El personal estuvo muy simpático y eficaz con nosotros. Cierto es que dan la imagen de como si anduviesen un poco acelerados y no tienen reparo alguno en transmitirse órdenes unos a otros a voces. Deberían cuidar eso. No es acorde a un lugar con estos precios. Por otro lado, trasmiten la sensación de querer servir rápido, como si quisiesen doblar mesas, cosa que, en nuestro caso, no era en absoluto necesario pues, ya bien entrado el turno de cenas, la terraza presentaba una ocupación que no alcanzaría ni el 20%. ¡Ojo con eso!
Queda claro que nuestra elección no fue barata (y lo sabíamos), pero conviene avisar al lector que los precios de la carta (tómese como ejemplo las papas arrugás, la ensaladilla rusa, los mejillones o el gazpacho andaluz) están muy por encima de lo normal en la isla. Llaman la atención todavía más los precios de la bebida: caña 4,00 €, cafés 3,50 o GT a 14,00 € (premium).