Camino a la costa no es necesario correr por la autopista como si no hubiera mañana; también el camino tiene cosas interesantes y en este caso peregrinar a uno de esos templos del "esmorzar" que hay dispersos por la comunidad.

Se trata de un local con premio Cacau d´Or (merecido, sin duda) y en este caso es un local tan pequeño (¡hay que reservar!) como auténtico de cocina casera de la zona de La Marina donde Toni, siguiendo a su madre Reme, se maneja solo para la barra y para las pocas plazas del pequeño comedor y que sin duda es el eje por el que pasa todo.

Nos sentamos en sillas altas con un barril como mesa y tras un buen acercamiento mutuo, nos dejamos llevar totalmente por sus consejos para almorzar. Pedimos la bebida (lo único que elegimos) gaseosa y vino  (Marqués del Turia tinto) para servirnos a discreción; con ello viene el "gasto": unas palomitas de maíz en sustitución de los típicos cacahuetes y unas aceitunas y encurtidos en buena cantidad y calidad.

A partir de ahí nos fue trayendo:

. bocadillo de figatells de La Marina: preparado propio de la terreta y que se lo traen de Pego y se hace especialmente sin hígado y no por ello, pierde potencia y sabor cárnico. Muy bien.

. bocadillo de tortilla con sobrasada y queso: tan sencillo como perfecto con la tortilla en su punto de cuajada y con una sobrasada de esas tan consistentes que hay que cortar a cuchillo. Muy bien.

. plato de sangre con cebolla: otro clásico de los almuerzos y de nuevo perfecto de elaboración y sabor con tacos más grande lo habitual. Muy bien.

. bull de tonyina: también llamado callos de marinero; se trata del estómago del atún (de ahí lo de callos -casquería de pescado-) guisado con cebolla pochada. Un plato muy fuerte de sabor y textura que no sobrepasó.

. unos básicos de sabor cremaets y por cortesía de la casa un par de chupitos de mistela de la zona (la mejor para la mistela) y compañía de unos notables rollitos de anís crujientes.

Destacar también la calidad del pan con tamaño adecuado (ni medio ni entero) con la miga justa y ajustada cocción y que se sirve tras un breve paso por plancha que mejora su textura.

¿El precio? Pues aquí Toni estuvo más que espléndido: no nos cobró el bull porque no nos gustó, nos regaló el plato de sangre con cebolla porque a nosotros dos se nos hace imposible si hay dejar de probarlo, etc.. Eso sin contar el regalo de su conocimiento y entrega para que, si te dejas llevar, disfrutes con él. Y eso no tiene precio.

Solo tiene un problema para mí: está a hora y media de mi casa, porque si no fuera así sería un templo de misa diaria porque además hace un almuerzo especial de cocas los miércoles (salvo fiestas locales como hoy) y una cocina en comidas y cenas que, según reza la carta, es para meterse a fondo.