Todo bien, nada destacable

Un local abierto hace 2-3 años y que se asienta en un barrio donde no proliferan los buenos locales. Situado en el chaflán le permite tener una enorme acera que bien aprovecha para mesas entre árboles y toldos; el interior con una bonita decoración de bóvedas en el techo y abundantes lámparas donde se disponen unas cuantas mesas y sillas altas para compartir en un claro intento de aumentar el aforo que viene muy limitado por el tamaño del local.

La propuesta de cocina es de recetas locales, cercanía y temporada. Tiene una buena oferta a la carta y un menú del día que cambia según el día de la semana. Vajilla, copas, emplatados etc todo bien, nada destacable. Servicio bien.

Para beber en la terraza, tinto de verano. Para comer, compartir el entrante de cada uno (bien para 2, mal para 3) y el mismo principal; a saber: esgarraet, una especia de albóndiga de carne con un triangulo de focaccia y boquerones fritos (recomendable); rematar con arroz con fesols i naps correcto de sabor sin muchos tropezones; el postre fueron dos tartas de queso y una de calabaza, cumplidoras.

Unos cafés, cada uno diferente como debe ser, y un poco de cháchara hizo cumplir la comida.