Una bodega junto al Duero al más puro estilo de los châteaux franceses pero con aires de caserío vasco en su construcción y que su historia es la historia de la Ribera del Duero. 

El lugar es precioso y dispone de la posibilidad de realizar eventos para grupos, como fue en nuestro caso, con unos muy cuidados jardines. Previamente visitamos con detalle la bodega y el viñedo y catamos algunos futuros vinos, aún en fase embrionaria.

Para comer tuvimos un aperitivo previo con unos extraordinarios quesos artesanos Quevedo y un exitoso jamón ibérico de bellota que invitaba a no moverte del sitio. Se acompañaron de vinos de la bodega: Quinta generación 2020 bien pero la compañía sólida era difícil de  igualar.

Posteriormente pasamos a las mesas, excelentemente vestidas y preparadas en copas, vajilla, cubertería y detalles ornamentales, con un magnífico servicio profesional, amable y eficaz en todo momento incluso luchador con el astro rey que no paraba de girar haciendo que las enormes sombrillas protectoras tuvieran qe ir cambiando de orientación.

El ágape consistió en seguir con:

. sushi variado: un contraste entre el aperitivo y el principal que sorprendió pero gustó. Bien.

. pincho de lechazo churro al sarmiento: en unas barbacoas, el maestro asador preparaba la sabrosa carne de la parte delantera del lechazo previamente adobada, en su justo punto de fuego; un buen pan, torta de aceite de Peñafiel para empujar. Muy bien.

. ensalada de la huerta: la carne parece que siempre precisa de unos toques vegetales para refrescar con un especial vinagre de Transpinedo que hace que se potencie el punto de sabor de la carne; también precisa de algo de pan para empujar y para ello hay un pan de masa ,adre también del cercano Transpinedo.

. hojaldritos de Tudela: un variado de preparaciones dulces como remate de una muy buena comida.

Mención aparte fueron los vinos de la bodega preparados para el evento y algún otro que se coló en el último momento para mayor disfrute de los asistentes. Tomamos con un servicio impecable:

. Dehesa de los Canónigos Albillo Mayor: una auténtica joya que me enamoró para siempre.

. Dehesa de los Canónigos 2019: buen vino, disfrutón.

. Solideo reserva 2017: muy bueno y en perfecto momento.

. Luis Sanz Busto Gran Reserva 2010 (botella de 5 litros nº 5 de 120): hacía tiempo que no bebía un vino tan bueno y en una botella tan grande y menos durante una comida. Un auténtico lujazo con que nos regaló la bodega.

Fue una mañana completísima en conocimiento vitivinícola y en disfrute gastronómico y enológico gracias a la dedicación que nos dió la bodega; además fue con la mejor compañía de colegas de Verema.