Un local, orilla de la carretera nacional (apartado del paso de vehículos al construir la autovía A3), con espacio para aparcar delante y junto a la gasolinera de carretera tiene una entrada con la barra enfrente y unas pocas mesas de bar dejando a la izquierda la entrada al amplio y luminoso comedor.

Son mesas y sillas de madera amplias, cómodas, bien conservadas, con separación ajustada pero correcta, mantel de papel, cubiertos y vajilla de batalla. Un buen pan, unos cacahuetes fritos más la bebida (cerveza y agua sin gas) que entran directos a la mesa mientras lees el menú del día con 7 platos a elegir entre primeros y hasta 12 segundos más 8 postres (en otro papel informativo) son más que suficientes para encontrar una comida interesante.

Lo comido:

. gazpacho manchego x 2: buen sabor, buen punto de cocción de la pasta, buen fondo y pocos tropezones de carne. Bien.

. manitas de cerdo cocidas: un par de enormes y carnosas manitas bien guisadas con una salsa y un leve punto de pimienta  para mojar y no parar; acompañan unas patatas fritas básicas. Recomendables.

. chipirones con ajetes: buena ración, buen producto y buena elaboración; la misma compañía de patatas fritas. Bien.

. leche frita: una gruesa pieza con buen punto lácteo y de dulzor y una decoración con miel que aporta. Bien.

. tarta de horchata con fartons: ración pequeña, buena tarta y sorprendente y acertada creatividad.

Típico local de carretera que ha logrado sobrevivir al aislamiento en que quedó porque tiene una cocina clásica, un producto bueno con amplias raciones, más una atención en sala superior a la media. Además con un precio muy correcto.