Situado en la segunda planta del centro comercial. Cuenta con unas 80 plazas distribuidas entre una terraza interior, en el pasillo del centro comercial, un comedor y una terraza exterior con estufas, donde cenamos.

La clientela, al menos esa noche, se ve más joven que la del otro local. El servicio es amable y servicial, aunque se nota que han de mejorar la coordinación. Buen menaje. La carta es parecida a la del otro local, aunque algo más corta y cuenta con algunos platos propios. La carta de vinos es también más corta. Copas correctas. Servicio consistente en apertura y primer llenado.

Cena para tres. Primeros para compartir:

- Bravas con salsa de ajos asados y chile adobado - Picantonas, muy ricas.

- Brioche de carrillera con queso manchego y su propio jugo - Gustó mucho.

- Ostras Gillardeau - Muy buenas.

- Ventresca con tomates aliñados - Bien.

De segundo compartimos un chuletón de vaca de un kilo acompañado de patatas baby y pimientos de padrón. Servido con una piedra caliente. Muy tierno y sabroso.

De postre:

- Coulant de chocolate. Bueno.

- Tarta de queso. Muy buena.

Para beber, una botella de agua grande, otra pequeña, un refresco y una botella de Recaredo Terrers 2018, servida en su cubitera.

Lo único que me atrae es la terraza. Para todo lo demás, prefiero el del mercado.

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