Mal, mal

Reservé por la mañana y me acerqué a este clásico desde hace más de 30 años de la cocina en Lisboa. Ambiente burgués pero muy acogedor. El local es precioso, una antigua casa pombalina, con un saloncito muy coqueto donde puedes tomar un aperitivo y el comedor muy íntimo con escasa luz, ambos en torno a un patio central encantador con azulejos portugueses, una fuente y una palmera espectacular. Apenas una decena de mesas bastante separadas, bien vestidas. Esa noche prácticamente vacío.

Servicio de sala muy profesional y atento. La carta solo en portugués y en inglés.

Servicio con varios tipos de panecillos, muy buenos, mantequilla y aceite.

La carta es muy tradicional pero con elaboraciones y presentaciones modernas. Tienen un par de menús de degustación que no me dijeron nada.

Cena para una persona y a la carta:

- Aperitivos de la casa: Ensalada de pulpo sobre una cuchara, una crema templada de ajo-puerros (por la traducción que me hicieron) y morcilla de sangre con mousse de manzana. Bien sin más.

- "Camaroes da frigidiera com malagueta": Cuatro langostinos ya limpitos pero con su cabeza y cola, pasados por la sartén (frigideira) que no me dijeron nada ni por el sabor ni por su textura (de frescos nada). Lo de la salsa malagueta, entiendo que debería haber tenido un punto calentito al hacerse con una pimienta de origen brasileño algo picantita (por lo que he leido); pues como que no, anodina. Los acompañaban unas mini-tostadas con taquitos de tomate aliñados.

- Atún toro con puré de hinojo y lima: Tres taquitos de atún pasados por la plancha. No sabían a nada, pero es que su carne dejaba bastante que desear. Lamentable.

- Lomo de bacalao asado con pata negra, gnoccis de boletus y su infusión: Presentaron un lomo muy alto de bacalao desalado con una tira de jamón en medio, y todo envuelto en una costra realmente penosa. Lo de los gnoccis, me resultaron desagradables de sabor y textura. Qué cara debí de poner, que me preguntaron si quería cambiarlo por otro plato. Acepté la propuesta por una ...

- Chuleta de ternera con verduritas a la plancha: Generosa chuleta de ternera blanca, pero nuevamente sin sabor. Solo aceptable.

- Galleta con fresones y yogourt griego sobre una compota de ruibarbo: Buen postre, pero sin avisar cambiaron la compota de ruibarbo (me encanta este vegetal y por eso elegí este postre) por una de frutos rojos.

Carta de vinos muy amplia pero prácticamente el 100% portugueses. Servicio de sumiller y buenas copas Schott. Me decidí por un Quinta do Portal Colheita 2008 (26€) servido a temperatura perfecta. Atentos a rellenar. Buena oferta de vinos de postre y cómo no, de oportos.

Precio total: 89.75€ (inc. impuestos, pan y servicio a 3€, vino y botella de agua de 1 litro a 2.75€)

Nota: En resumen, local que me recomendaron los clientes en Lisboa por ser una referencia muy laureada de la cocina lisboeta, pero calidad, lo que se dice calidad, nada de nada. Lo mejor, el entorno y el servicio de sala.