Se autodenominan restaurante gastronómico, pero la verdad es que se han quedado 20 años atrás.
En vinos tienen una carta muy reducida. Quería algo francés, y de los 5 que había en carta sólo disponían botellas de un Chateauneuf du Pape del que mejor me olvido rápido.
Les salva el steak tartare (de hecho es por lo único que visito este local), que lo hacen en su punto de fuerza y cremosidad, muy bien preparado (un 9/10).
POr lo tanto recomiendo visitarlo sólo con el objetivo del tartare, sino mejor obviarlo.
30€ por cabeza más el vino.